Diana de Gales siempre ha sido un referente en cuanto a moda y belleza. Su estilo fresco, desenfadado y su originalidad la convirtieron en uno de los iconos más importantes de la cultura actual.

Su estilismo acaparó todas las miradas, y el maquillaje sutil pero elegante la convirtió en todo un referente de la moda inglesa. Siendo una mujer inconformista, valiente, atrevida y rebelde, su nombre y su historia no dejan de fascinar a todas las generaciones.

Con el estreno de la última temporada de The Crown en Netflix, la figura de Lady Di está en boca de todos, y ha demostrado que el fenómeno sigue presente 23 años después de su muerte.

Debido a su atemporalidad y sencillez, la rutina de belleza de Diana puede seguirse incluso hoy en día, siendo un referente para los expertos en belleza. Mary Greenwell, la maquilladora de cabecera de la princesa, reveló los secretos cosméticos que Lady Di seguía a rajatabla. 

Según reveló Greenwell a Stylist, "estaba muy concienciada con su régimen cosmético", y jamás se saltaba la limpieza, el tónico y la crema hidratante cada mañana y  noche, aunque asegura que "ahora seguramente usaría sérums y protector solar a diario".

Si algo era imprescindible para Diana era asegurarse que su piel estuviera completamente limpia: "Siempre se aseguraba de haberse quitado todo el maquillaje al final del día, y de tener la cara impoluta antes de maquillarse", confesaba Greenwell en la entrevista.

Otro paso que siempre se aseguraba de cumplir era dormir lo suficiente. Tener las horas de sueño adecuadas es nuestro gran aliado de belleza, y esto Diana lo sabía perfectamente, al igual que hacer ejercicio y comer de manera sana. De echo, la princesa evitaba siempre que podía las grasas y los fritos.

A la hora de maquillarse, la princesa "siempre empezaba con una crema hidratante, seguida de una base acorde a su tono y luego usaba corrector para levantar la mirada", cuenta Greenwell.

Para tener visiblemente un rostro más saludable, Lady Di usaba coloretes líquidos o en crema, que no necesitaban difuminarse con brocha, sino con los dedos, haciendo que se integrase mejor y quedase más natural.

Una mirada dramática era esencial para Diana, y para ello usaba varias capas de máscara de pestañas para tener un look más exagerado dentro de los límites que marcaba la casa real. Para los labios, la princesa elegía un color distinto dependiendo de sus estado de ánimo.

Pero si hay algo icónico en su maquillaje es el mítico delineado azul. Sin embargo, según Greenwell este color no favorecía a Lady Di ya que apagaba el color de sus ojos, y le sugirió que utilizase colores tierra o negros para hacer que su mirada destaque mucho más.