"Recibí el regalo más preciado: 115 litros de gasolina y alojamiento"

En medio del caos y la carencia en que se encuentran las zonas afectadas por el huracán Katrina también ocurren milagros, o al menos eso piensa esta reportera a quien el viernes cayeron del cielo 115 litros de combustible y alojamiento.
Un herido es evacuado de Nueva Orleans por un helicóptero militar.
Un herido es evacuado de Nueva Orleans por un helicóptero militar.
EFE
Un herido es evacuado de Nueva Orleans por un helicóptero militar.

"Siempre dependí de la amabilidad de los extraños", reza una de las frases más citadas de la historia del cine en esa gran película sureña que es "Un tranvía llamado deseo".

Quien firma suscribe al cien por cien ese dicho tras hacerse, gratis y de manos de un total extraño, con el regalo más preciado por esta zona: nada menos que 115 litros de combustible y alojamiento en Hattiesburg, una ciudad saturada por la cantidad de refugiados recién llegados del litoral.

Con la mayoría de las estaciones de servicio cerradas y colas de coches que alcanzan los dos kilómetros -y que hay que esperar en medio del calor y la humedad inclementes de Misisipi-, se trata de algo que vale, literalmente, su peso en oro.

Además del líquido en cuestión el regalo incluye los recipientes, algo que nadie consideraría muy valioso en otros momentos pero que ahora es prácticamente imposible encontrar.

Los primeros evacuados probablemente se llevaron todos los recipientes para gasolina
Una búsqueda acelerada por las grandes superficies muestra que los primeros evacuados probablemente se llevaron todos los recipientes para gasolina disponibles.

De paso, pude comprobar que las reservas de algunos artículos de uso tan común como el pan de molde están bajo mínimos en algunos comercios.

El ángel salvador en cuestión fue Jeff Carr, director de una compañía de jardinería llamada Powell, con sede en Flowood, que según señala estos días se dedica a ayudar en lo que puede a quien lo necesita, aunque no lo conozca de nada.

Tenemos que arrimar el hombro, en vista de que el gobierno federal no está haciendo nada de nada
"Tenemos que arrimar el hombro, en vista de que el gobierno federal no está haciendo nada de nada", señala Carr frente al garaje de su chalé de Flowood lleno de contenedores con combustible.

El de Carr ha sido el último de una larga serie de encuentros fortuitos con personas que, sin pedírselo, se han lanzado a ofrecer su ayuda y sus casas.

Este es el caso de Anne Myers, quien ofreció una habitación a esta reportera en la residencia de su madre en Hattiesburg en el transcurso de una conversación casual sobre la carencia de artículos básicos.

También John y Tracy Wambel, un matrimonio de Laurel, al sur de Jackson, no tardaron ni tres minutos en ofrecer su techo a EFE mientras charlaban sobre la precariedad en que se encuentran sus familiares y sus bienes en un vuelo desde Dallas (en Texas) a Jackson, la capital de este estado.

Es cierto que se están produciendo múltiples casos de pillaje. Además de la grave situación de Nueva Orleans, donde barrios enteros están siendo arrasados, en algunos lugares de Misisipi la gasolina y los generadores se están vendiendo a precios tan desorbitados -hasta dos y tres veces el habitual- que las autoridades han dispuesto de un número de teléfono de emergencia para que se denuncien los casos, que se perseguirán cuando las aguas vuelvan a su cauce.

Un hombre espera ayuda en Nueva Orleans (Reuters)
 

Y la picaresca está a la orden del día, como pudo comprobar EFE: una habitación simple en un Motel Súper 8, de lo menos sofisticado que se puede encontrar en Estados Unidos y que habitualmente no sobrepasa los 40 dólares cuesta ahora 90, y eso después de mucho regateo.

De manera que en este ambiente se aprecia todavía más la amabilidad de estos extraños. O quizá es que no lo son. Como señalaba el jueves Michael Smith, un residente de Jackson, frente a un desayuno de tortitas y café, "Nunca conocí a un extraño".

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