Avanzan las tareas de rescate y crecen los problemas de realojo de los evacuados

La pesadilla del Superdome, el estadio de Nueva Orleans en el que permanecían hacinados cerca de 50.000 damnificados en condiciones infrahumanas, ha finalizado el traslado de sus últimos refugiados. Sin embargo, a medida que avanzan las tareas de rescate, se agravan los problemas de ubicación de estas miles de personas que han sido evacuadas y que empiezan a preguntarse sobre su futuro.
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Miles de damnificados siguen en la miseria en las zonas devastadas por el huracán "Katrina" a pesar de la masiva ayuda llegada en las últimas horas, mientras continúa a paso lento la evacuación de la población tras completarse el rescate de las cerca de 50.000 personas que permanecían en el Superdome.

Las condiciones desesperantes prevalecen en toda la región, según informaron portavoces de los damnificados a los medios de comunicación, mientras aumentan las críticas al presidente George W. Bush por la lentitud en la respuesta a la catástrofe. Por su parte, el presidente prometió el sábado el envío de otros 7.000 soldados a la zona afectada y está previsto que visite de nuevo Nueva Orleans este lunes.

Las autoridades responsables de la evacuación respiraron con alivio cuando en las últimas horas finalizó el traslado a sitios seguros de los últimos 300 refugiados en el Superdome, aunque esto sólo es una mínima parte de la solución. Ahora, la tarea será la retirada de un mar de basura dejada en el interior y en las afueras de ese estadio.

Graves problemas de seguridad

Unos mil miembros de la Guardia Nacional están colaborando en la evacuación de miles de damnificados que se hallan desde hace seis días en condiciones infrahumanas en el Centro de Convenciones, sin agua ni alimentos y sin energía eléctrica. Muchos están deshidratados, y padeciendo las actividades delictivas, incluso violaciones, de grupos que portan armas, según denunciaron algunos de ellos a las tropas que han comenzado a prestar vigilancia.

Los mayores problemas de seguridad se plantean a las autoridades al caer la noche, debido a la carencia del servicio eléctrico, agravada por la presencia de algunas bandas de delincuentes en las calles, de acuerdo a residentes de Nueva Orleans, una ciudad de mayoría afroamericana, que están saliendo de la zona por sus propios medios.

Una gran extensión de la región devastada, que ha sido calculada en cerca de 145.000 kilómetros cuadrados por la Casa Blanca, carece de todos los servicios básicos. El teniente general Steven Blum, jefe de la oficina de la Guardia Nacional, informó de que en el Centro de Convenciones fueron halladas armas, pero que no se registró ningún incidente a la llegada de las tropas.

Al menos 25.000 residentes de Nueva Orleans han sido evacuados desde el viernes, al margen de otros 42.000 que fueron trasladados previamente a otros lugares. El Departamento de Seguridad Nacional informó de que la Guardia Costera rescató a 9.500 personas de las costas del Golfo. Otras 100.000 han empezado a recibir ayuda humanitaria, aunque los encargados de este suministro reconocieron que queda mucho por hacer para poder cubrir la gran demanda.

En las últimas 24 horas efectivos de la Guardia Nacional suministraron 70.000 raciones de alimentos, según dijo el teniente coronel de esa institución Jerry Crooks. Agregó que se tienen listas otras 130.000 raciones, que se prevé distribuir hoy.

Nuevos refugios para los evacuados

Unos 6.000 supervivientes se han guarecido en una arena deportiva de la ciudad de Lafayette, al suroeste de Luisiana, y otros 51.480 se alojan en 127 centros de asistencia abiertos por la Cruz Roja en diversos lugares de ese estado. Esta institución también mantiene 49 refugios en Texas, en los que reciben ayuda 23.850 personas; en Misisipi, donde atiende a 13.510, y en Alabama, a donde ha trasladado a 3.760 residentes de Nueva Orleans.

Pero la tarea continua, porque los autobuses, trenes y algunos vuelos, siguen saliendo de Nueva Orleans y empieza a haber problemas para dar cobijo digno a toda esa gente. Los responsables políticos, tanto a nivel federal como estatal, están haciendo continuos llamamientos a los ciudadanos para que contribuyan en esta difícil tarea. Apelan a quienes tienen una habitación libre o espacio en sus sótanos para que acojan a alguno de los damnificados por la catástrofe.

Los más afortunados, los que ya están a salvo en los refugios, hoteles o en casas de familiares o amigos, empiezan a preguntarse hasta cuándo va a durar esa situación y hasta cuándo les van a seguir dando ayuda. Por ahora, no encuentran respuestas. En la mayoría de los casos, es gente pobre, que ha perdido sus casas y todas sus pertenencias, incluidos los documentos de identidad, y que tiene que empezar de cero. La situación se complica con muchos que desconocen todavía el paradero de sus familiares y que empiezan a tener serios problemas emocionales.

Algunos quieren volver alegando razones sentimentales o porque dicen que no podrían vivir en otro sitio, y otros rechazan esa posibilidad. Las autoridades se dirigen a ellos para pedirles calma y paciencia, al menos, durante los próximos días.

La gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, advirtió a los que estén pensando en regresar a Nueva Orleans para ver si sus casas están bien, que ni se les pase por la cabeza porque no van a encontrar gasolina y corren el riesgo de quedarse atrapados en medio de una autovía. Blanco dijo que se espera que sean miles los muertos a causa del huracán y un senador aseguró que no bajarían de 10.000.

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