Qué es lo más agradable al tacto y cómo se hace la caricia perfecta

  • El estudio en línea The Touch Test, en el que han participado más de 40.000 personas de 112 países, lo ha revelado.
Una pareja se abraza en una imagen de archivo.
Una pareja se abraza en una imagen de archivo.
GTRES
Una pareja se abraza en una imagen de archivo.

El sentido del tacto es uno de los más importantes para el ser humano, siendo además el primero en desarrollarse y el que posee el mayor órgano sensorial del cuerpo, la piel. Sin embargo, hasta la llegada de la pandemia, cuando hemos comenzado a echar de menos sentir a nuestros seres más queridos y abrazarles, ha sido uno de los más menospreciados, algo que se hace visible en los estudios.

"Es muy poco investigado. Por cada 100 artículos sobre la vista hay uno sobre el tacto", asegura David Linden, autor del libro Único: la nueva ciencia de la individualidad humana. El psicólogo evolutivo Robin Dunbar explica que cree "que subestimamos lo importante que es el contacto físico en nuestra interacción social. El toque humano es clave para nuestra supervivencia. Está en nuestro ADN".

Un estudio en línea nombrado The Touch Test, en el que han participado más de 40.000 personas de 112 países diferentes ha revelado, lo que lo ha convertido en el mayor hasta la fecha, ha revelado la importancia del contacto interpersonal o cuál es la caricia perfecta, entre otras cosas, según recoge BBC.

"En una situación en la que no podemos tocar a las personas que normalmente tocamos en nuestra vida cotidiana, no es que se vaya a derrumbar todo instantáneamente, pero nuestros sentimientos de conexión, de empatía, de confianza se van degradando lentamente", advierte Linden. Esto es lo que se conoce, en su faceta más grave, como 'hambre de piel' o 'sed de piel', y se debe a que el contacto físico con otras personas provoca que nuestro cerebro libere endorfinas.

La investigación también reveló una lista de las cinco cosas que a las personas les gusta más tocar. La primera es el pelaje de los animales, seguida por el terciopelo, la seda y el algodón. En el quinto lugar se sitúa la piel de los seres humanos. Por el contrario, lo que a la gente le resulta más desagradable tocar son las cosas babosas, el papel de lija, el nylon, la lana y el metal.

Además, el sentido del tacto permite comunicar a otras personas qué emoción estamos experimentando en un momento determinado, incluso si el receptor es un desconocido. Una persona fue capaz de saber qué quería transmitirle otra al tocarle una sola vez el brazo hasta en un 83% de las ocasiones, con emociones  como la ira, el miedo, el disgusto, el amor, la gratitud y la simpatía.

También han determinado cuál es la caricia perfecta. Para ello, explican que la parte de nuestro brazo cubierta de pelo está diseñada para ser acariciada, y la mejor forma de hacerlo es de forma ligera, acariciando 2,5 centímetros por segundo.

Vivir sin el contacto físico

Los efectos de la pandemia han alcanzado todos los aspectos de la vida humana tal y como la conocíamos. Ahora el contacto físico queda limitado al máximo, lo que ha llevado a preguntarse a los expertos si podríamos acostumbrarnos a vivir sin él.

La profesora de Neurociencia Psicodinámica, Katerina Fotoloulou, considera que "cuando las personas en cuarentena fueron expuestas a películas en las que había contacto físico natural, daban un salto y empezaban a hablar con la televisión diciendo cosas como: '¡No, no puedes hacer eso!", lo que en su opinión es "una buena señal de lo rápido que aprendemos a inhibirnos".

Rebecca Slater, profesora de Neurociencia Pediátrica, cree que esta situación podría prolongarse en el tiempo. "No creo que veamos a la gente interactuando de la misma manera que como lo hacíamos antes de la pandemia", asegura.

Sin embargo, el psicólogo evolucionario, Robin Dunbar,  tiene dudas sobre ello. "Me parece muy poco probable que alguna vez perdamos el sentido de la importancia del tacto", explica, añadiendo que "nunca puedes decir nunca cuando se trata de evolución... Pero todo dependerá de que otras formas de comportamiento que activen el sistema de endorfinas en el cerebro realmente comiencen a funcionar mejor que el contacto físico".

"Sospecho que eso es poco probable, a menos que abandonemos toda noción de tener relaciones románticas", concluye.

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