La masa ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma. Y en Bilbao, el público que frecuenta los bares nocturnos o se agolpa puertas adentro o hace cola fuera. Al fresquito.

Desde que el Ayuntamiento de Bilbao comenzó a castigar a las salas que exceden su capacidad máxima, los bares nocturnos han comenzado a dejar a clientes fuera. Ahora, estos locales tienen cola cada madrugada de viernes y sábado para poder entrar. Los porteros han comenzado a controlar el aforo.

Es lo que ha pasado con el mítico Kafe Antzokia. El Consistorio pilló a esta sala en marzo de 2008 con 800 personas dentro, cuando la normativa sólo le permitía tener 400. Por estos hechos, cumple un mes de clausura obligatoria desde el pasado viernes .

Desde que esta sala comenzó a notar el aliento del Ayuntamiento en el cogote ha empezado a respetar su aforo legal. En los últimos meses en que ha estado abierto el Kafe Antzokia quien quería entrar debía estar media horita en la cola esperando a que alguien saliera del bar. Así, el aforo se aligeraba y el bar podía acoger a más clientes.

Pero el asunto tiene un doblez más. «Una cosa es el aforo legal y otra cosa es el aforo real», insistió ayer Xabier Monasterio, responsable del Kafe Antzokia. «El local es de gran dimensión y su aforo perfectamente puede llegar al doble de lo permitido (400). Pero el Ayuntamiento nos lo ha impedido y lo ha usado interesadamente», lamentó Monasterio.

Otra sala en cuartena es la discoteca Mao Mao. «Tú me dirás. Tengo 1.000 metros cuadrados y el Ayuntamiento sólo permite meter a 450 clientes. Les puedo dar un móvil para que se encuentren», ironiza David Gallardo, responsable del local.

La presión aumenta

El Ayuntamiento aprieta. La Policía Municipal puso 55 denuncias en 2007 por exceder el aforo , de las que 33 acabaron en multa. Son el quíntuple que en 2004. En 2007 cerraron tres locales, y hoy día en la capital cuatro salas están en cuarentena por apretar demasiado al cliente.

«La ley es estatal y habrá que cumplirla. Pero no estamos de acuerdo con la interpretación tan rigurosa que hace el Ayuntamiento de Bilbao», apunta Ángel Gago, presidente de la Asociación de Hosteleros.

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