¿Por qué las elecciones en Bielorrusia tienen efectos sobre la UE? Sigue en pie "la última dictadura de Europa"

  • Las estrechas relaciones entre Lukashenko y Putin ponen en jaque la posición de Bruselas en el corto y medio plazo.
Lukashenko, presidente de Bielorrusia.
Lukashenko, presidente de Bielorrusia.
EP
Lukashenko, presidente de Bielorrusia.

La última dictadura de Europa. Eso es lo que se dice, además de otras cosas, sobre Bielorrusia, que este domingo celebró elecciones presidenciales bajo la sombra del fraude y de la censura. Los comicios no arrojaron sorpresas en cuanto al resultado, el presidente Alexandr Lukashenko resultó reelegido con casi el 80% de los votos. La oposición, eso sí, no acepta los resultados porque para ellos se dieron bajo la existencia de un pucherazo. De hecho, la coalición de partidos contrarios a Lukashenko, liderada por Svetlana Tijanovskaya, ni siquiera alcanzó el 7%. Pero más allá del resultado, ¿qué efectos tiene esto sobre el devenir de Europa?

"La UE llama a a las autoridades a garantizar el ejercicio de todos los derechos políticos de los candidatos". Estas palabras de Josep Borrell fueron la interpelación más directa de la UE antes de los comicios en Bielorrusia. Poco más. El jefe de la diplomacia europea representa bien la postura de Bruselas, al menos de momento, sobre lo que sucede en el país: ver los toros desde la barrera. Pero esa cautela tiene un porqué. La Unión no quiere que se encienda una mecha parecida a la que encendió el conflicto entre Rusia y Ucrania en 2014, que la UE no supo cómo controlar.

Borrell siguió con las peticiones en su discurso. "La UE continua apelando a las autoridades de Minsk a garantizar que las libertades fundamentales de expresión y de reunión pacífica sean respetadas, conforme a los compromisos internacionales del país", expresó. Estas palabras son eso, palabras. Los hechos tendrán que esperar, al menos hasta saber cuál es la deriva real de Bielorrusia en el medio plazo. Lukashenko seguirá en el poder, como poco, hasta 2025, y esto va a reforzar las relaciones con su principal socio. Otra china en el zapato de la UE: Vladimir Putin.

De hecho, los planes de Rusia están sobre la mesa. Putin nunca ha ocultado su deseo de anexionar Bielorrusia, con un movimiento similar al realizado con Crimea hace años. De ahí que quiera poco menos que perpetuarse en el poder. Tener una trayectoria paralela a la de Alexandr Lukashenko podría facilitar el camino, y por eso los comicios de este domingo resultaron ser tan importantes.

Bielorrusia se convirtió en un país independiente en agosto de 1991 y desde 1994 Lukashenko está en el poder. Quien empezó siendo el garante de la anticorrupción se ha convertido para muchos en el socio más importante de ella. Estas elecciones, de hecho, eran vistas como la primera oportunidad real para desbancarle. Pero no. En Bielorrusia, mientras tanto, hay presos políticos, precisamente bajo el paraguas de un riesgo alto de que suceda lo que hace seis años pasó en Ucrania

Con esas excusas, Lukashenko defiende por un lado la censura y la represión y por otro una mayor integración con Rusia. Ese discurso pro Putin contrasta con un problema que se le presenta a Bielorrusia: necesita buscar alternativas para la dependencia energética de los rusos. De momento no la ha encontrado, y para el Kremlin lo ideal es que no la encuentre.

Bielorrusia es uno de los países más autoritarios del mundo, según The Economist. Lleva en rojo casi desde su independencia y la UE mira desde la lejanía, con miedo y con cautela, por lo que pueda pasar. Es un asunto geopolítico. Rusia usa sus armas para aumentar la influencia en la esfera mundial, China está en el otro lado, y la Unión buscará usar la tercera vía para no perder peso en el contexto internacional. Pero no quiere hacerlo a cualquier precio. Si esa cuantía a pagar es una nueva guerra, Bruselas no será quien cargue con la cuenta.

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