Santiago del Valle, el presunto asesino de Mari Luz, es más consciente de sus actos de lo que él mismo afirma. Los expertos del Instituto de Medicina Legal (IML) de Granada le han examinado en la prisión de Albolote y han trazado un perfil psicológico muy revelador. Para ellos, es un pederasta sarcástico y un manipulador de manual con un despego social extremo y una gran frialdad emocional en relación con el crimen de Mari Luz, en el que mantiene una actitud "de víctima".

Según se detalla en el sumario del caso, del que se hace eco Huelva Información, los forenses destacan la "conducta manipulativa de su enfermedad" que usa premeditadamente para cobrar la pensión no contributiva que disfruta desde 1995 y excusar sus fechorías. También detallan que refleja tener conciencia de las consecuencias de sus acciones y preocupación por los acontecimientos.

No obstante, cuando se le hace recordar los múltiples abusos que ha cometido (su hermana, su hija, varias menores...) realiza continuos movimientos de piernas y esboza una sonrisa, manteniendo "una actitud socarrona y burlesca". Del Valle señala que fue a los 17 años cuando comenzó "a tener problemas por su inclinación sexual hacia menores", un impulso que "es mayor que yo, no se puede controlar". "Veía a personas de medio cuerpo para arriba y me hablaban".

Los médicos le diagnostican una parafilia del tipo pedofilia, con impulsos, fantasías y comportamientos sexuales con niñas prepúberes. A esto hay que sumar que en 1994 le diagnosticaron un trastorno psicótico, psicosis maníacodepresiva con rasgos paranoides de personalidad y esquizofrenia paranoide, pero a pesar de eso no hay constancia de que haya seguido tratamiento farmacológico alguno ni ningún internamiento en un centro psiquiátrico.

Además, no sufre las ideas delirantes propias de este tipo de trastornos psicóticos ni retraso mental ni síntoma alguno de depresión y se llega a reflejar en el informe que el grado de repercusión de su trastorno en su capacidad para tener un adecuado juicio de la realidad es bajo.

De este modo, Del Valle lleva años usando su enfermedad, manipulándola. Así hizo para dejar de limpiar escaleras y adquirir el derecho a cobrar, primero el fondo de asistencia social y después la actual pensión no contributiva. La Junta de Andalucía valoró para concedérsela que tenía una minusvalía del 75%, sostenida en su trastorno mental por psicosis, además de un trastorno digestivo funcional y una enfermedad del aparato digestivo (enfermedad de Crohn), enfermedades por las que obtuvo un 63% y a los que sumaron 11,5 puntos por factores sociales complementarios.

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