Según detalla Involcan, la magnitud máxima es de 2,5 y todos los eventos presentan características que permiten clasificarlos como volcano-tectónicos si bien las localizaciones de los hipocentros del 'enjambre' se alejan ligeramente del área más frecuentemente afectada por la sismicidad durante el último año en Tenerife.
Así, señala que el 'enjambre' refleja posiblemente un proceso de presurización del sistema volcánico-hidrotermal vinculado a la inyección de gases de origen magmático en el sistema.
Este proceso, que empezó en el 2016, se manifiesta también por un incremento en la emisión difusa de dióxido de carbono (CO2), emanaciones no visibles al ojo humano en el cráter del Teide desde el pasado mes de noviembre de 2016.
No obstante, la ausencia de deformaciones significativas del terreno hace "poco probable" la implicación directa de un sistema magmático superficial.
En esa línea, el organismo entiende que a corto plazo no se puede excluir que puedan producirse más terremotos de pequeña magnitud aunque "bastante fuertes para ser sentidos por la población" si bien sin capacidad para generar daños.
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