Castro (Birán, 1926) llega a su 79 cumpleaños en medio de un intenso proceso de centralización en el país, que aún sufre la resaca de la crisis económica sin precedentes provocada por la caída del bloque soviético, y sin perspectivas de apertura en el régimen comunista que lidera desde 1959.

Desde su último cumpleaños, Castro -el jefe de Estado más antiguo en el poder en todo el mundo-, superó las lesiones de una espectacular caída que le obligó en octubre a someterse a una intervención quirúrgica y le mantuvo en silla de ruedas una temporada.

Los rumores desatados sobre su estado de salud y el futuro político de la isla pasaron a un segundo plano apenas cinco días después del accidente, cuando anunció la salida de la circulación del dólar en Cuba, en una operación sin precedentes.

Además, en el último año, revaluó las dos monedas locales (peso cubano y peso convertible), subió las pensiones y los salarios (el sueldo medio oscila en torno a los quince dólares mensuales), consolidó su alianza con Venezuela y afianzó sus relaciones comerciales con China.

También normalizó las relaciones con la Unión Europea tras la crisis desatada por la represión de la disidencia y la ejecución de tres secuestradores en 2003.

Las excarcelaciones por motivos de salud de catorce de los 75 disidentes presos fueron decisivas en el acercamiento bilateral, aunque las recientes detenciones de opositores han vuelto a convertirse en motivo de distanciamiento entre ambas partes.

Las aisladas protestas de disidentes en las calles coincidieron en julio con el malestar social provocado por los apagones, que "calentaron" el ambiente en La Habana. Castro aprovechó su discurso de "26 de julio", aniversario del inicio de la revolución, para advertir que no habrá tolerancia para la disidencia y arremeter contra la administración del presidente George W. Bush, que ha endurecido la política de EEUU hacia la isla y agravado las históricas diferencias entre Washington y La Habana.

El líder cubano dibujó un optimista panorama económico para este año, con un crecimiento estimado del nueve por ciento, por encima de los pronósticos de organismos internacionales (como la CEPAL, que augura un cinco por ciento) y subidas en las principales actividades económicas.

En los próximos meses, anunció, terminarán de llegar las prometidas "ollas arroceras" a precios subvencionados, el chocolate venezolano y las bombillas de bajo consumo que sustituirán a las incandescentes para ahorrar energía.

La "batalla" por la energía se acompañará con otra muy distinta: la "batalla" legal por la excarcelación de los cinco agentes cubanos condenados en 2001 en Miami (EEUU) a penas de entre quince años y cadena perpetua.

En la campaña en favor de los "cinco héroes prisioneros del imperio", como se les conoce en Cuba, La Habana no escatimó recursos para movilizar a abogados, a grupos de solidaridad internacionales y a los familiares de los agentes presos que han clamado por su libertad por todo el mundo.

El martes pasado, un tribunal de apelación de Atlanta (Georgia, EEUU) ordenó revocar las sentencias y celebrar un nuevo juicio fuera de Miami, donde residen más de un millón de cubanos y radican los principales grupos anticastristas.

El fallo ha sido acogido en la isla como una "victoria" legal y política, aunque el gobierno cubano no lanza las campanas al vuelo porque es previsible que la Fiscalía de EEUU recurra.

Castro se prepara para librar otra dura "batalla" similar a la que venció en el año 2000, cuando logró recuperar al niño balsero Elián González tras una agria disputa con la justicia de Florida. No obstante, este inesperado "regalo" de los jueces de Atlanta ha sido una de las mejores noticias que ha recibido el líder cubano tras un año complejo económica y políticamente.