Estopa: ellos, en concierto, son así

  • El Palacio de los Deportes de Madrid vibró con los de Cornellà.
  • Tocaron todos sus grandes éxitos y temas de su último disco.
  • La gira 'Allenrok' terminará el próximo sábado en Zaragoza.
Estopa durante su concierto en madrid. FOTO: EFE.
Estopa durante su concierto en madrid. FOTO: EFE.
EFE
Estopa durante su concierto en madrid. FOTO: EFE.

La ansiedad por verles podía tocarse con los dedos. Mientras los Estopa y sus músicos se preparaban para salir al escenario ayer en el Palacio de los Deportes de Madrid, miles de personas tarareaban -cerveza en mano, of course-, algunas de sus más conocidas estrofas intentando acelerar el tiempo.

Tras una introducción de luces y batería, David y José Muñoz se dejaron ver encantados

con las primeras notas de Cuando amanece, el primer hit de su último disco, Allenrok. El público, enfervorizado, nutrido de grupos de amigos y parejas de fans incondicionales, coreó la letra hasta desgañitarse.

Pocos grupos españoles logran un estruendo así,
y eso que en la zona trasera del recinto el sonido llegaba sólo a medias. Pero el montaje del concierto lo merece casi todo: dos pantallas gigantes en forma de señal de stop, otra central con imágenes para cada canción, una envergadura de 40 metros, etc.
Un show planeado al milímetro
Estopa 250El repertorio incluyó al principio canciones como
Rumbaketumba, La matraka, Cuerpo triste y algunos de sus grandes éxitos rumberos.
Con Pastillas de freno - todo un himno de la calle- se desató la locura, y cuando José se hizo con el timón del
show, en
Ya no me acuerdo, el respetable le devolvió el homenaje con aplausos.

Planeada al milímetro y a conciencia,
la actuación de Estopa tuvo también sus momentos de discurso y recuerdo a los "obreros" o a la eliminación "de todas las fronteras". David recitó poesía y, entre cabezazos a la percusión y tipos con máscara de lucha mexicana, discurrió la noche. Ellos son así; y se lo pasaron bomba.
Teléfonos móviles en alto

A pesar de no haber agotado las entradas,
el lleno era absoluto, o eso parecía, porque el público aguantó de pie toda la actuación. El éxtasis sobrevino al final, con la raja de la falda, los Chichos y esa canción que los hermanos de Cornellà reservan siempre para decir adiós a lo grande:
Como camarón.

Sintomático fue que, hasta aquellos que velaban por la seguridad de la gente, sacaran sus teléfonos móviles para grabar el momento.
Y que las madres con hijos hicieran de tripas corazón para meterse en el meollo del foso, una verdadera selva. Por una noche, y sin que sirva de precedente, todos fueron Estopa.
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