Llegan los primeros refugiados a Vallecas: "Imagina no tener nada y encontrarte una casa hasta con cuadros"

Familia de refugiados llegados a Madrid.
Familia de refugiados llegados a Madrid.
Belén Sarriá
Familia de refugiados llegados a Madrid.

Los colombianos Rómulo y Estela han pasado una noche "excelente". Junto a su sofá recién estrenado se encuentran Miguel y Andrea, un matrimonio venezolano que parece haber hecho buenas migas con quienes serán sus compañeros de piso durante el próximo mes. Los cuatro niños —de entre cinco y veintiún años— acompañan a sus padres en silencio para escuchar la historia del cómo y el porqué están ahí.

"En noviembre tuvimos que huir de Colombia por los inconvenientes con la corrupción de nuestro país", comienza a explicar Estela. Acorde a su relato, la pareja compartía un negocio deportivo en donde él entrenaba a tenis y ella gestionaba la administración. Hasta que entraron los problemas. "Recibíamos recursos del estado de los que no se estaba dando buen manejo y nos exigieron unirnos a su corrupción", añade Rómulo quien entendió que a partir de entonces su familia estaba en riesgo.

Con las maletas ya preparadas se dispusieron a comprar cuatro vuelos con destino al aeropuerto de Barajas. "En España sabíamos que íbamos a estar seguros y más tranquilos que en nuestros país", dice el padre de familia. Nada más aterrizar se dirigieron a Cruz Roja, donde fueron derivados al Samur Social. Esa misma noche los cuatro miembros pudieron optar a una cama de los recursos municipales —tan colapsados que decenas de familias siguen pasando las noches al ras del suelo—.

Imagen del centro de acogida de Vallecas.
Imagen del centro de acogida de Vallecas.
Belén Sarriá

Tres meses después fueron elegidos para formar parte de la primera tanda (96 refugiados) que accedería al centro de emergencia temporal que estaba construyendo el Ayuntamiento de Madrid en Villa de Vallecas. "Uno le puede decir suerte la oportunidad de estar acá", dice la madre que se instaló anoche en el módulo 9. "Imagina no tener nada, haber abandonado todo; llegar con una sola maleta y encontrarse una casa acondicionada, hasta con cuadros", enfatiza Estela.

El matrimonio venezolano asiente: "Desde fuera pensamos que eran cuatro paredes y que íbamos a dormir las dos familias en la misma habitación, sin privacidad. Pero cuando vinimos aquí vimos que era todo bien bonito, acogedor y con espacio" —"¡Y con televisor!", añade su hijo de 5 años.

Cartel en la entrada del centro de refugiados de Vallecas.
Cartel en la entrada del centro de refugiados de Vallecas.
Belén Sarriá

Miguel y Andrea se muestran identificados con sus compañeros, pues la corrupción también les obligó a abandonar su país y venirse a Madrid. "Yo trabajaba en el ministerio de seguridad y mi esposa era funcionaria de la policia. Nos pidieron que ocultáramos evidencias y no estar con ellos tenía consecuencias", explica el hombre. Así decidieron darles la espalda y venirse a a España por la seguridad, la cultura y porque la economía consolidada. "Hemos venido aquí a echar raíces", afirma.

Tanto unos como otros buscan un futuro para sus hijos. "Queremos que tengan una vida aquí"; "sí, y nos han dicho que cuando estemos en un sitio estable podremos escolarizarlos"; "la idea es poder alimentar aquí en España los sueños de mis hijos", se interrumpen entre ellos. La experiencia de apenas 12 horas les permite hablar más de la cuenta. "Estamos motivados y con ganas de empezar de nuevo porque queremos tener la oportunidad de recuperar la tranquilidad, crecer como familia y económicamente para que nuestros hijos tengan de nuevo oportunidades", interviene Rómulo. "Somos familias profesionales que venimos con ganas de trabajar y con buenas intenciones", añade su mujer.

En ese momento llaman al timbre. Es un chaval que vive en el módulo de enfrente y viene a charlar. "Hola, seguid a lo vuestro". Se acerca a las dos familias y se sienta a ver la televisión con ellos. 

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