El agresor, cuyo nombre se corresponde con las iniciales R. G. L, les obligó a que le tocaran sus genitales y forzó a una de las víctimas a que le practicara sexo oral.
No empleó la fuerza
En estos abusos, que se remontan a los primeros meses de 2004, el condenado "nunca usó la fuerza física", sino que trataba de convencerlas para que lo hicieran.
Por todo ello, el tribunal considera que es culpable de dos delitos continuados de abusos sexuales, por el primero le condena a dos años y medio de prisión y por el segundo a otros ocho años y medio de cárcel.
Además, por las secuelas psíquicas y daños morales deberá indemnizar a cada una de las niñas con 12.000 euros, también con la prohibición de aproximarse a ellas o a su madre durante cinco años.
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