Entrevista | Emilio Sagi, director de escena: “'Il pirata' puede hacer historia en el Teatro Real”

Emilio Sagi
El director de escena Emilio Sagi posa en el Teatro Real de Madrid.
ENRIQUE CIDONCHA
Emilio Sagi

El 30 de noviembre se estrenó en el Teatro Real de Madrid Il pirata, una de las grandes óperas de Vincenzo Bellin, que apenas se representa por las enormes dificultades que plantea y que aún podrá verse hasta el 20 de diciembre. La cantan tres repartos de primer nivel, en uno de los cuales está el tenor Javier Camarena. El director de escena y creador de todo lo que el público ve es Emilio Sagi, quien ha explicado su trabajo a 20minutos.

El enorme escenario del Teatro Real, a las seis de la tarde, es un aparente caos en el que los cantantes, vestidos de calle (alguno se ha puesto alguna prenda del vestuario) repasan arias, dúos y coros acompañados por un piano. Pero sobre todo ensayan los movimientos que habrán de hacer en la función. De eso se encarga Emilio Sagi (Oviedo, 1948), el creador de todo lo que el público verá. Camina junto a los intérpretes y les indica qué gestos tienen que hacer, hacia dónde, cómo y cuándo se tienen que mover. Eso dura horas. Es agotador.

La pregunta sale sola: ¿Por qué Il pirata, una de las óperas más hermosas de Bellini, apenas se representa en el mundo? Sagi no lo duda: “Porque no hay quien la cante. Es mucho más dura para la voz que las más conocidas de este compositor, como Norma, La sonnambula o I puritani. Aquí el tenor y la soprano tienen que hacer verdaderas barbaridades, sobre todo al principio y al final. Hay que llegar a notas que están casi por encima de las capacidades humanas y muy poca gente puede hacer eso. Pero nosotros hemos conseguido ¡tres repartos distintos! de primerísimo nivel y lo vamos a conseguir. Esto puede hacer historia en este teatro”.

La escena, creación de Sagi y diseñada por Daniel Bianco, es espectacular. El techo es un inmenso espejo que se mueve, los árboles, las lámparas… “Sí, yo tenía muy claro lo que quería”, dice Sagi, “algo frío, seco, invernal si quieres, pero muy exquisito. Esta ópera es un dramón de amores imposibles y de pasiones terribles: no lo iba a poner yo peor metiéndolos a todos en Nápoles, con florecitas y con sol. He hecho un espacio sobrio y algo intemporal: el vestuario es romántico pero severo, los movimientos también son contenidos… El público tiene todos los motivos para emocionarse con lo que pasa en la escena y con la música, que yo creo que se van a emocionar; no iba yo a cargar las tintas con lo demás…”.

"La ópera ya no puede hacerse con 'tiranías' de nadie. Hoy es necesario que haya una armonía de todo el equipo"

Hace cien años, el mundo de la ópera vivía pajo la “dictadura” de los legendarios directores de orquesta; hace cincuenta, bajo la tiranía de los cantantes, los divos. Ahora parece que quien impone su ley son los directores de escena… “No, eso no es verdad”, interrumpe Sagi, “hay directores buenos, directores malos y directores ‘de todo’. Hay algunos que… Pero si algo he aprendido en casi 40 años de trabajo, que los hago el año que viene, es que la ópera ya no puede hacerse con ‘tiranías’ de nadie. Hoy es necesario que haya una armonía de todo el equipo. Eso unas veces es más difícil que otras, pero se consigue. Este montaje de Il pirata es un ejemplo perfecto”. ¿Ya no hay divos, entonces? “No, no los hay”, sonríe Sagi, “eso pertenece a la historia. ¿Tú has visto algún divo en el escenario?”.

Ópera 'Il pirata'
Puesta en escena de la ópera 'Il pirata', de Vincenzo Bellini. 
Brescia e Amisano © Teatro alla Scala

Y la verdad es que no. Los cantantes esperan disciplinadamente el momento de hacer su trabajo, tanto Celso Albelo como Dimitri Korchak, dos de los tenores, mientras que el tercero, el gran Camarena, está sentado en el patio de butacas enredando con el móvil hasta que le llaman. 

Las sopranos (Sonya Yoncheva, Yolanda Auyanet y Maria Pia Piscitelli), exactamente igual, lo mismo que el resto de los cantantes, el director musical (Maurizio Benini) y el del coro. Se ensaya en varios idiomas pero aun así hay bromas que todos ríen. Y se ve la armonía de la que habla el director de escena.

Sorprende que Sagi tenga en la cabeza absolutamente todos los movimientos que deben hacer todos los intérpretes, que a veces son más de 50 sobre el escenario. “Hombre… ¡que los he inventado yo!”, se ríe el director. “No, no es fácil, pero se consigue como estás viendo: con mucho trabajo y muchas horas y mucho esfuerzo de todos”. 

Viendo el larguísimo ensayo (empezaron a las cuatro de la tarde y ya es de noche) queda claro que la ópera es, en pleno siglo XXI, algo vivo. “Sí claro que está vivo”, asegura Emilio Sagi, “y ¿sabes por qué? Pues porque la hacen seres vivos. Dentro de cada traje y detrás de cada gesto hay alguien que imprime su personalidad al papel que le toca hacer. Y pone toda su ilusión, toda su energía y su carácter, que siempre es distinto de los demás. Por eso está viva la Ópera. Porque todos ponemos lo mejor de nosotros mismos”. Y repite, como para sí mismo: “Yo creo que el público se va a emocionar. Vamos, estoy casi seguro”.

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