De paseo por los barrios más inquietos de Madrid y Barcelona, visitando a sus creadores, con los Design Tours

  • La plataforma Piscolabis Designers ofrece paseos por las zonas más interesantes de Madrid y Barcelona con visitas a los talleres de sus artistas.
  • En sus rutas se pueden conocer los puntos calientes del diseño de moda, complementos, decoración… 
Capas Seseña
Capas Seseña, un negocio centenario en el centro de Madrid.
CORTESÍA DE CAPAS SESEÑA
Capas Seseña

Todos tenemos ese amigo al que le pedimos que nos recomiende sitios chulos cuando vamos de viaje a alguna ciudad interesante. Entendiendo que hay público que quiere ir un poco más allá de la típica ruta turística y profesionalizando, en cierto modo, esas recomendaciones originales que muchos buscan, nacen los Design Tours de Piscolabis Designers.

Detrás de este proyecto está Eva Ruiz, gestora cultural que también ha ejercido como diseñadora de joyería (en La Jara) y, sobre todo, es una amante del diseño en todas sus facetas. Con la idea de “crear una plataforma online para diseñadores independientes de todos los campos, desde la que compartir recursos y con la que apoyarse y promocionarse”, abrió hace dos años la comunidad digital Piscolabisdesigners.org. Su radio de acción se amplía ahora con estos recorridos que permiten a cualquier persona interesada conocer de primera mano el trabajo de estos creadores y entrar en sus talleres.

La propuesta de Eva Ruiz se dirige a ” hoteles boutique, empresas, agencias de viajes especializadas… pero también se puede reservar como particular si se reúne a un grupo suficiente”. Disponibles de momento en Madrid y Barcelona, las rutas están pensadas “para un mínimo de seis personas y se pueden contratar en español o en inglés”. Eso sí, deben solicitarse “con al menos cinco días de antelación”. El precio por tres horas de recorrido es de “30 o 40 euros por persona (aperitivo incluido), en función del idioma y el número de asistentes”.

Un guía profesional nos conducirá a pie por la zona elegida, compartiendo historia y anécdotas relacionadas con sus calles y vecinos. Normalmente el paseo incluye “dos talleres, una parada para el aperitivo (en sitios singulares o emblemáticos del barrio) y culmina en un tercer espacio; o tres ateliers y, siempre después del piscolabis, una galería de arte”. Otra de las ventajas de sumarse a los ‘tours’ es que, además de entrar en espacios que normalmente no están abiertos al público, “si se realizan compras en los locales que se visitan, conllevarán descuentos de un mínimo del 10%”, explica Eva Ruiz.

Los Design Tours se hacen “entre semana para evitar aglomeraciones”, caminar con comodidad y “favorecer que los propios diseñadores y artesanos estén en su taller” para atender a los visitantes y hablarles sobre su trabajo. En Madrid, se pueden escoger zonas como Malasaña, Chueca, barrio de las Letras, Chamberí o Carabanchel; Gracia, el Gótico y Borne son las opciones para Barcelona.

Moda, complementos, objetos de decoración, arte contemporáneo… Diseñadores consagrados y emergentes abren sus ‘casas’ sin complejos en los Design Tours y explican sus procesos creativos, enseñando su trabajo in situ en el atelier. Bajo el lema “Descubre la ciudad a través de sus artistas”, Piscolabis Designers organizan además eventos, presentaciones, tiendas pop up e incluso talleres (consultar sobre los próximos) en sus propios espacios. Una oportunidad única y ahora, al alcance de cualquier mente inquieta.

Un recorrido por el barrio de las Letras (Madrid)

La ruta comienza en la plaza de Antón Martín, bajando por la calle Moratín, en la que pasaremos por locales con personalidad como la óptica L’Atelier o Herederos de Crispín, un negocio de enmarcación. Aquí está también el taller del diseñador de joyas Andrés Gallardo y tienen su tienda otros muchos artesanos como los zapateros Franjul o la firma de moda sostenible Peseta, en la calle Huertas.

Este Design Tour culmina, después de las tres paradas reglamentarias, en una vermutería del Mercado de Antón Martín, donde los puestos de siempre (frutería, carnicería, pescadería, encurtidos…) conviven con nuevos negocios que lo han revitalizado y convertido en un sitio perfecto para tomar el aperitivo los fines de semana.

Primera parada: Ginger and Velvet

Detrás de la marca de joyería de autor GINGER AND VELVET (calle Alameda, 4. Madrid), que nació en 2012, están la diseñadora Maite García y Juan José Villanúa, un ingeniero que antes se dedicaba a la construcción. Al principio tenían el taller en casa y hacían una producción “muy pequeña”. En 2014, decidieron mudarse a este local para crecer.

Para la ambientación de la tienda (con venta directa al público), han sacado partido “de la destrucción”: fue “una carbonería en los años 50” y después el dueño “le puso una peluquería a su mujer”, algo que se puede rastrear en los restos de gotelé rosa que han mantenido en una de las esquinas.

La decoración tiene un punto industrial decadente; por ejemplo, han utilizado como expositores de sus joyas las tapas de “los antiguos contadores del edificio”, que rescataron “a punto de ir a la basura en una reforma” y ahora cuelgan de una de sus paredes.

Además de la tienda, al fondo del local se encuentra el taller, con un patio que le sirve a Maite, la diseñadora, de “habitación antiestrés” cuando se atasca. La mayoría de sus piezas son de latón, con un baño de oro y tratamiento antialérgico. También realizan ellos mismos los esmaltados, para los que Maite mezcla sus propios colores.

Taller de la marca de joyería Ginger and Velvet
Maite trabajando en el taller de su marca de joyería, Ginger and Velvet
CORTESÍA DE GINGER AND VELVET

Actualmente pueden producir de 50 (las más grandes) a 500 unidades (las más demandadas) de cada pieza por colección. Aceptan encargos y trabajos especiales; de hecho, tienen una línea para novias y ceremonia y su pieza estrella, que se exhibe sobre la espalda de un maniquí y resume bien su estética, fue para el concurso de artesanía de Loewe. Ahora acaban de presentar su colección para el próximo verano.

Llaman la atención los paneles de inspiración. Uno de ellos condensa las referencias de las que partió su colección Miss Brown, titulada como el personaje de Julianne Moore en la película Las horas (un homenaje a la escritora Virginia Woolf): “de la música de Philip Glass (que firmó la B. S. O.) y Lana del Rey a la incorporación de la mujer al trabajo en los años 50, que llevó la moda a las oficinas y las convirtió a ellas en iconos en su vida diaria”.

G&V realizan piezas personalizadas, que se entregan “con un fichero en el que se resume todo el proceso de investigación y creación hasta llegar al resultado”. También ofrecen mantenimiento (“si la joya se deteriora con el uso, te podemos repetir el baño”) y “reciclaje en favor de la memoria”. Esto es, puedes llevarles “un recuerdo de tu abuela que no te gusta pero quieres conservar” y te crean “una pieza actual con esos mismos materiales”.

En el tiempo que llevan funcionando han colaborado con firmas como Les Deux (para un desfile), Avon, Bourjois (piezas con los colores de sus esmaltes de uñas), Leandro Cano y Grace & CO (novias)... También hicieron una pulsera para Susi Sánchez cuando recogió el Goya por La enfermedad del domingo (2018) o un ear cuff para Nuria Gago.

Segunda parada: Mosaísta

Las baldosas hidráulicas de Iván Alvarado, alias el MOSAÍSTA (calle San Pedro, 16. Madrid), llaman la atención de los paseantes, incluso extranjeros, que entran a curiosear aunque no estén reformando su casa. En este local hay muestrario y venta directa de todo lo que fabrican en la nave de 500 metros cuadrados que tienen en Arganda, donde a veces ofrecen también talleres.

Hijo del diseñador de moda Antonio Alvarado, Iván comenzó a descubrir el oficio en el año 2000. En 2002-3 ya se lo tomó “más en serio”. Al principio producía diseños de otros (Artistas por los Suelos), ahora cuenta con muchas creaciones tanto ajenas como propias.

Mosaísta
La tienda de Mosaísta en el barrio de las Letras de Madrid
CORTESÍA DE MOSAÍSTA

Su filosofía combina “la baldosa hidráulica tradicional con la innovación”. Ha colaborado con arquitectos como Teresa Sapey y Pedro Feduchi o el estudio Yonoh (responsable de la colección Metric).

Mosaísta hace fabricación, diseño y restauración. El proceso es completamente artesanal: primero el diseño, luego el molde y después la fabricación de las piezas una a una. Su inspiración puede ser el cachemir, alfombras, películas, patrones clásicos, la Alhambra (como en su serie Metric)...

Entroncando con el legado que ha recibido, en la colección Stone Tissue transforma en baldosas diseños textiles clásicos como el tartán, etc. En esa idea confluyen los conocimientos de Iván como artesano hidráulico y de su padre como artesano de la moda.

El precio medio va de 64 a 80 euros el metro cuadrado (formato 20 x 20). Las de autor pueden llegar a los 90 euros. Entre las opciones, hay baldosas de cemento blanco que son ecológicas y más caras. Y tienen piezas redondas con las que se pueden montar mesas de exterior (colección Disco), hacen encimeras a medida…

Última parada: Capas Seseña

Nuestra ruta termina a pocos metros de la puerta del Sol, en un local centenario: CAPAS SESEÑA (calle de la Cruz, 23). Al frente de esta firma con solera (nació en 1901) está Marcos Seseña, la cuarta generación, que presume de regentar un negocio familiar único en el mundo: se dedican exclusivamente al diseño, la confección y la venta de capas.

Esta tienda, que cuenta con un pequeño atelier-oficina al fondo, abrió en 1927. Durante 30 años convivió con otro local, también de su familia, que estaba enfrente. Su bisabuelo era “un sastre generalista que convirtió esta calle en el Savile Row [calle de Londres famosa por sus negocios de sastrería] español”.

Marcos Seseña, de Capas Seseña
Marcos Seseña, de Capas Seseña, con uno de sus modelos
CORTESÍA DE CAPAS SESEÑA

“No está claro” el origen de esta prenda que “antes era solo masculina”, pero sí que hacia 1916 ya la llevaban “los marqueses de Béjar y de ahí vienen los botones charros que cierran sus cuellos y las telas de las que se hacen, principalmente lana merina”.

“La capa es una prenda que nunca desaparece pero tampoco se pone de moda”, explica Marcos. La clásica debería quedar dos dedos por debajo de la rodilla, lleva esclavina sobre los hombros, los característicos broches charros de plata y embozo de terciopelo de algodón; además, una abertura trasera llamada escusón que servía, según parece, para sacar la espada sin rasgar la tela.

Aquí siguen vendiendo esas capas clásicas (sobre todo de hombre y algunas opciones para mujer con capucha), pero es en los diseños actuales, como los chubasqueros, donde ellas encontrarán muchos más modelos para elegir.

Los patrones son “apuntes que han pasado de boca en boca”, un secreto que solo conoce la familia Seseña, aunque lo enseñan en algunos de sus talleres pero… el patrón se hace directamente sobre el paño. Quienes mejor lo conocen son sus cortadores: el último trabajó con ellos 40 años y ahora hay una mujer que ya lleva 10.

No tienen más tiendas físicas pero sí venden a todo el mundo online. Sus capas las han lucido clientes célebres como los reyes, Hillary Clinton, Pierce Brosnan, Jeremy Irons, Paloma Picasso, Michael Jackson, Bruce Springsteen…

Una curiosidad: Picasso está enterrado con una de sus capas bordadas. También aparecía con esta prenda en el famoso retrato de 1956 de Irving Penn. Ese modelo aún se comercializa y, de hecho, se llama Pablo.

El espacio está decorado con obras de artistas contemporáneos: los collages de Daniel Martínez, las pinturas de David Partida Montoya (antes Michael Jackson, ahora un Joker) y los faceless de famosos de Coco Dávez.

Una capa puede costar desde 280 a 1.700 euros. En los últimos tiempos, han colaborado con otras firmas de moda como La Condesa (célebre por sus chaquetas) o Ulises Mérida en un desfile.

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