Un lunes secreto, una coalición imposible y un líder menos en la semana-terremoto tras el 10-N

  • En 48 horas se cerró una coalición entre PSOE y Unidas Podemos que antes quitaría el sueño a Sánchez.
  • ​Casado queda fuera de juego cuando el PP abría el debate de la abstención
  • ​Rivera deja la política tras el batacazo electoral de Cs y el pacto Sánchez e Iglesias arrolla el triunfo de Vox.
  • Se espera la abstención de ERC como antesala de la fractura definitivamente en el independentismo en Cataluña.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se estrechan la mano en el Congreso de los Diputados tras firmar el principio de acuerdo para compartir un gobierno de coalición tras las elecciones generales.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se estrechan la mano en el Congreso de los Diputados tras firmar el principio de acuerdo para compartir un gobierno de coalición tras las elecciones generales.
Jesús Hellín - Europa Press
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se estrechan la mano en el Congreso de los Diputados tras firmar el principio de acuerdo para compartir un gobierno de coalición tras las elecciones generales.

Hace una semana, los españoles afrontaban las elecciones del 10-N con la resignación de quien no espera que fueran a servir para desbloquear la situación política. Sin embargo, las urnas dieron la sorpresa en todos los partidos. La semana termina con un acuerdo de coalición entre PSOE y Unidas Podemos que hace ocho días era impensable e indeseable para Pedro Sánchez, que por el contrario ha visto temblar el suelo bajo sus pies después de muchos meses de liderazgo absoluto en el PSOE. El cambio radical del panorama político se completa con el resurgir de Pablo Iglesias, próximo vicepresidente del Gobierno, y el abandono de la vida política por parte de Albert Rivera y ha puesto en fuera de juego a Pablo Casado, justo cuando el PP empezaba a pensar en serio la abstención a Sánchez. Por último, el terremoto ha sido más bien una montaña rusa para Vox, que también en cuestión de días ha pasado de ser el máximo ganador del 10N a quedar eclipsado por la realidad de los pactos políticos que, para terminar de cuadrar el círculo, también pueden provocar un vuelco de los equilibrios en Cataluña.

Como si se tratara de un tsunami, todo empezó con calma y silencio, el que impuso el jefe de gabinete del presidente en funciones, Iván Redondo, para encargarse él esta vez de las negociaciones con Unidas Podemos. A la vista de los resultados, Sánchez supo en la misma noche electoral que ahora sí que tendría que acceder a una coalición con Unidas Podemos si no quería quedar en manos de la abstención del PP. Por eso, tras cerrarse las urnas aseguró un “gobierno progresista ahora sí o sí”. Tan pronto iba a ser que empezó a negociarla con Iglesias el mismo lunes, en torno a un café en La Moncloa en una jornada donde todos los contactos, también entre las negociadoras Adriana Lastra e Irene Montero, se hicieron en secreto.

Ese lunes, la noticia fue otra sorpresa del 10-N. Como consecuencia del mal resultado de Ciudadanos, que pasó de 57 a 10 diputados-, Rivera decidió no esperar más. Dimitió como presidente del partido, renunció a recoger su acta de diputado y anunció que abandonaba la política. Así, solo un día después del 10-N, el panorama se quedaba sin uno de sus líderes políticos.

Al contrario, el martes, el día dos, la resaca electoral devolvió al olimpo a Iglesias, a quien en campaña se deparaba que quedaría en la insignificancia y que, a pesar de perder siete diputados, será uno de los tres vicepresidentes del próximo gobierno de Sánchez, de coalición. Tal y como explicó esta semana a las bases de Podemos, ha entendido que el cielo no se toma por asalto, sino con “perseverancia”.

En menos de 48 horas, Sánchez e Iglesias superaron el tedio de la primavera, en el que el PSOE y Unidas Podemos escenificaron unas negociaciones en las que los socialistas no estaban interesados. Sánchez no quería una coalición y menos la deseó tras confirmarse la repetición electoral. Según dijo, él no dormiría presidiendo una coalición que esta semana calificó de “ilusionante”, “novedosa” y comienzo de una “nueva etapa esperanzadora”. La diferencia entre entonces y ahora, dijo, es que los socios ahora están comprometidos a ser “leales” en un Gobierno “cohesionado”. También lo es que la pérdida de tres escaños y de 760.000 votos para el PSOE y la llegada de Vox a la tercera fuerza pusieron al presidente “entre la espada y la pared”, según explicaban estos días fuentes de Moncloa.

Sánchez e Iglesias se encuentran cerrando un Gobierno de coalición que esperan que pueda celebrar su primer Consejo de Ministros antes de Navidad y que ha dejado fuera de juego a Casado. Como a casi todos -incluidos en los círculos próximos a los líderes del PSOE y de Unidas Podemos- la firma del gobierno de coalición del martes también fue una sorpresa para el líder del PP. La conoció en medio de una reunión con los dirigentes de su partido, donde la opción de abstenerse a una investidura de Sánchez ahora empezaba a tomar fuerza de verdad.

Sánchez, cuestionado

El PP ha advertido contra la unión entre el PSOE y Unidas Podemos y todavía no cierra la puerta a una abstención, si Sánchez renuncia a un pacto que, también por obra del terremoto que provocó el 10N, se ha hecho que casi por primera vez desde la moción de censura -quitando el episodio del relator- el líder del PSOE haya escuchado críticas dentro de su partido.

El expresidente Felipe González ha criticado el reparto de cargos en el que están inmersos Sánchez e Iglesias y el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra ha advertido de que romperá el carnet del partido si la coalición se materializa. E presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, ha advertido contra las concesiones que Sánchez parece estar dispuesto a hacer a ERC para lograr su necesaria abstención.

Un dirigente socialista próximo a Sanchez asegura que no habrá guerra “ninguna” en el PSOE a cuenta de la coalición. Pero el presidente en funciones ha escuchado voces críticas entre referentes de un partido en el que la militancia está llamada a pronunciarse sobre el acuerdo con Iglesias en una consulta el 23 de noviembre.

El PSOE busca a ERC

En todo caso, en Moncloa ya dan por “ultracerrado” un Gobierno de coalición al que todavía hay que sumar apoyos para que Sánchez pueda ser investido por una mayoría en el Congreso. Como todo esta semana, la portavoz socialista allí, Adriana Lastra, también se ha apresurado en empezar a reunirse con los grupos. Sánchez pidió la “generosidad” de “todos”, menos de Vox, otro partido que en quien en apenas cinco días se ha obrado una transformación: el domingo fue el ganador moral de las elecciones, con 52 diputados que lo convirtieron en tercera fuerza. Pero la atención sobre Santiago Abascal duró lo que tardó en conocerse el acuerdo de coalición entre Sánchez e Iglesias. A medida que pasaba la semana, el mensaje de triunfo electoral se fue diluyendo en las reacciones a su intento de derogar la Ley de Memoria Histórica en Castilla y León o a los consejos de una diputada regional madrileña sobre lo que “empondera” coser un botón.

De momento, la coalición cuenta o podría contar con el apoyo del PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe o el Partido Regionalista Cántabro, con el que ayer Lastra celebró la última reunión de la semana. Con el ‘no’ de Ciudadanos, la clave está ahora en que se abstenga ERC, algo que cada vez parece más probable en lo que constituye una de las mayores réplicas del corrimiento de tierras que ha provocado el 10-N. Se espera un tira y afloja que quizá llegará hasta que Sánchez dé su discurso de investidura en el Congreso, pero la semana ha visto un acercamiento entre ERC y Sánchez como no se había visto hasta ahora desde que empezó el procés.

La formación independentista sigue de momento en el ‘no’ pero, con la ayuda de Sánchez -que esta semana empleó su lenguaje y aparcó la promesa electoral de convertir en delito penal los referendums ilegales- y de Oriol Junqueras, que ha dado su luz verde a un apoyo a la investidura, el escenario catalán podría cambiar definitivamente y se adivina una abstención a Sánchez a cambio de un cambio de alianzas en el Parlament que desmembraría definitivamente el bloque independentista. ERC esperará a cobrar el precio a después de las elecciones catalanas, que no tardarán en convocarse, y que espera ganar y gobernar en solitario, con el apoyo del PSC a sus presupuestos.

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