
El primer ministro belga, el democristiano flamenco Yves Leterme, presentó este lunes su dimisión al rey Alberto II, después de que hubieran fracasado las negociaciones entre los partidos flamencos y francófonos para una nueva descentralización en Bélgica. Sin embargo, el monarca no aceptó la renuncia.
Ambos estuvieron reunidos durante cuatro horas, hasta bien avanzada la madrugada de este martes, con varios líderes políticos belgas. Leterme alegó que no había logrado cumplir el plazo autoimpuesto para reformar la Constitución y poner fin a la lucha de poder entre las comunidades francófonas y neerlandesas. Yves Leterme había tomado posesión de su cargo hace cuatro meses.
El viceprimer ministro Didier Reynders, principal líder francófono de la coalición gobernante, confirmó la decisión de Leterme y la ha lamentado, según declaraciones que recoge la agencia belga. "Siento que se ponga en peligro todo el trabajo socio-económico que habíamos emprendido", ha manifestado el dirigente liberal. "Es todavía más lamentable porque los francófonos habíamos aceptado un nuevo diálogo entre Comunidades y habíamos hecho todos los esfuerzos para permitir el relanzamiento de las negociaciones", ha añadido Reynders.
Su última propuesta para proseguir las conversaciones había sido involucrar en ellas también a los presidentes de los ejecutivos regionales y no sólo a los responsables de los principales partidos de uno y otro lado del país. Esta idea, destinada sobre todo a rebajar la presión ejercida dentro de su propio campo flamenco, no habría sido secundada por su partido, el CD&V, lo que habría llevado al primer ministro a un callejón sin salida.
La negociación
Este martes se cumple el plazo que los partidos flamencos habían dado a los francófonos para llegar a un acuerdo sobre una reforma en profundidad del Estado federal, so pena de retirar su confianza al Gobierno. Los partidos flamencos, especialmente el CD&V, y el partido nacionalista aliado a éste, NV-A, han amenazado en varias ocasiones con dejar caer al Gobierno si antes de hoy no se llegaba a un acuerdo.
Las exigencias de la escisión del distrito electoral BHV y de más descentralización de los flamencos y las resistencias de los valones a aceptarlas ya estuvieron detrás de la grave crisis que vivió Bélgica tras las elecciones de junio de 2007, que dejó al país durante nueve meses sin gobierno.
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