Más de ochenta mujeres han presentado denuncias o han hecho públicos sus casos sobre los supuestos abusos sexuales a los que las sometió el magnate del cine Harvey Weinstein. Ahora se ha sabido otra de las artimañas que el fundador de Miramax utilizó para vencer la resistencia de las actrices de las que querría aprovecharse.

En el libro She Said, escrito por Jodi Kantor y Megan Twohey (periodistas del The New York Times) se recogen testimonios de muchas de las víctimas de Weinstein, entre otros, el de Gwyneth Paltrow.

Al parecer, Harvey Weinstein ponía como ejemplo a Gwyneth Paltrow, haciendo ver a las actrices que llegaban hasta él que si querían un éxito como el de ella (que había trabajado en Miramax con Emma y Shakespeare in love, con el que ganó un Oscar) debían acceder a sus requerimientos sexuales.

Cuando Paltrow se enteró tuvo "un papel mucho más activo que cualquiera que haya conocido", según las periodistas, pues habló con muchas víctimas para que se atrevieran a dar el paso de salir a la luz y denunciar al magnate. La actriz aún sufre por haber sido, aunque intencionadamente, "como un instrumento coercitivo en una violación".

Ella no había sido solo un cebo, Paltrow también sufrió el acoso del directivo cuando ella tenía 22 años. Según contó la actriz, en un encuentro de trabajo Weinstein le puso las manos encima y sugirió que se dieran masajes en su suite en el hotel Peninsula Beverly Hills.