Yulia Moiséyenko, de 24 años, viajaba con su padre en el tren nocturno que conectaba Minsk con Osipovichi el 1 de octubre de 1999 cuando desapareció. Su padre, Victor, había bebido y se quedó dormido. Cuando despertó, su pequeña, de 4 años, ya no estaba junto a él, según han informado medios locales.

Victor fue a la localidad biellorusa de Pukhovichi para vender patatas y llevó a su niña con él. "Vivíamos en la Nueva Aldea, mi esposo fue a Pukhovichi para vender papas. Eran tres paradas en tren", afirma Lyudmila, la madre de Yulia.

Al principio, Victor tuvo miedo de contarle a su esposa lo que había ocurrido de verdad, y le dijo que había dejado a su hija con su abuela en Pukhovichi, pero cuando fueron a buscarla la niña no estaba.

Fue entonces cuando decidieron ir a la policía para denunciar la desaparición de su hija. Las autoridades sospecharon de Victor pero se dieron cuenta de que era inocente y comenzaron la búsqueda, que ha durado 20 años.

Dos décadas después y tras muchos intentos de reencontrarse con ellos, Yulia le contó la historia a su novio, Ilya, que inmediatamente comenzó a buscar a través de internet. Sus indagaciones dieron resultado, y encontraron las declaraciones de una mujer que había perdido a su hija de 4 años en un tren en la misma época en la que habían localizado a Yulia en Riazán (Rusia).

"Ilya comenzó a buscar por palabras clave y se topó con algún sitio web bielorruso. Me lo enseñó. Mi primer pensamiento fue: 'Wow, ¿se trata realmente de mí?' Hablé con mis padres y me dijeron que tal vez pudiera ser yo. Contactamos a la policía bielorrusa, y al día siguiente, la policía contactó con mis padres y me invitaron a venir a Bielorrusia", aseguró la joven.

Las circunstancias que envuelven el caso son extrañas, pero las autoridades creen que una pareja secuestró a Yulia mientras su padre dormía, y que viajó con ellos pidiendo limosna hasta que la abandonaron en la estación de la ciudad rusa de Riazán, donde ha vivido este tiempo.

"Hoy casi no recuerdo nada. Pero cuando era pequeña, le dije a la policía que había ido a algún lugar con un hombre y una mujer. Durante mucho tiempo habíamos estado viajando escondiéndonos de la policía. Pasamos muchas noches en el suelo de algunas casas abandonadas y pidiendo limosna. Entonces un día, ese hombre me dejó en la estación de tren de Riazán. Me dijo: 'quédate aquí'. Me bajé y el tren se fue", contó Yulia.

Después, la pequeña fue trasladada a un centro de apoyo psicológico para niños en situaciones difíciles, donde decidieron trasladarla a un orfanato. Allí fue adoptada por Irina y Oleg, que le han proporcionado un hogar durante estos 20 años.

El reencuentro entre la joven y sus padres biológicos se produjo el pasado mes de agosto y todos se sometieron a una prueba de ADN para confirmar que eran familia. Yulia ha confesado sentirse muy feliz por tener "dos padres y dos madres", aunque por el momento no tiene "planes de mudarme a Bielorrusia".