Los osos nos pierden el miedo

  • Cada vez es más fácil ver un oso en la Cordillera Cantábrica y hay más incidentes con animales que se acercan a las poblaciones.
  • El hecho de que pierdan el miedo a los hombres puede complicar el futuro de los osos pardos.

Cada día resulta más fácil avistar uno de los hasta ahora huidizos 130 osos pardos que habitan la Cordillera Cantábrica, del mismo modo, se multiplican los casos en los que los animales entran en las poblaciones buscando comida e incluso se han visto sus huellas en casas o en el interior de explotaciones ganaderas.

Un oso que come del hombre está muerto
No se trata de una anécdota sino que es un cambio radical de comportamiento que
podría comprometer el futuro en nuestro país de la todavía muy amenazada especie, como refleja hoy el diario
El País
en un extenso reportaje. Hasta tal punto puede llegar este cambio que incluso varias empresas de Inglaterra o Francia organizan viajes para avistar a los osos cantábricos.

Pero esto no es una buena noticia turística como podría parecer, si se confirma este nuevo patrón de comportamiento el futuro de la especie podría complicarse, como explica Javier Naves Cienfuegos, profesor de la Universidad de Oviedo y uno de los mayores expertos en la materia: "No es bueno que el oso se habitúe al hombre, que no se alimente por sí mismo. Un oso que come del hombre está muerto".

Razones para el cambio

Hay varios motivos para lo que está ocurriendo, en primer lugar el descenso del furtivismo: en los últimos 25 años los osos ya no sufren el azote de los cazadores ilegales, al menos del mismo modo que los sufrían décadas atrás. También se apunta a el aumento de la población humana como causa: hay más basuras (que pueden llegar a ser suculentas para los animales) y mucha más gente por el bosque, visitantes que pueden llegar a modificar los hábitos de los osos.

Además, se apunta a que la escasez de algunas plantas como los arándanos, una de las bases de la dieta de los plantígrados, que les llevaría a buscar otras formas de alimentarse. Así, los ataques a colmenas o a ganado se han multiplicado en los últimos años.

"Lo mejor es hacerles daño"

De seguir así las cosas se están planteando soluciones bastante llamativas, pues será necesario alejar a los osos del contacto humano cueste lo que cueste. De hecho, se están evaluando posibilidades como atacarlos con balas de goma cuando se acerquen a una población o espantarlos con fuertes ruidos, métodos que han llegado a usarse en otros países como Rumanía o Austria. Paradójicamente el futuro del oso pardo puede pasar, como señala Naves, por la necesidad de dañarles: "Lo mejor (para alejarlos de las poblaciones) es hacerles daño".

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