Aunque llevaba trabajando casi dos décadas en el mundo de la interpretación, Carmen Machi saltó a la fama tras su papel de Aída en Siete vidas. Tal fue el éxito de su personaje que Telecinco decidió hacer un spin-off, Aída, en el que era la absoluta protagonista.

Así le llegó el reconocimiento a Machi, de buenas a primeras y a lo grande, algo de lo que ahora, años después, ha querido hablar.

En una entrevista al diario El Mundo, la intérprete asegura que "el problema fue que la popularidad acabó siendo tan excesiva que, ni con todo ese bagaje, logré llevarlo bien", reconoce. "Gestioné muy mal la fama, pero es que es muy difícil convivir con que todo el mundo conozca tu cara. En el bar, en la tienda, por la calle, fuera de España... Todos te reconocen por tu cara, por tu voz o por tu culo".

Entonces, la madrileña se vio superada. "Hay un momento en el que te das cuenta de que, aunque crees que lo estás haciendo bien, es mentira. Estás superada, agobiada. Sufrí ansiedad y fobia al ser humano diagnosticadas. Me quedaba encerrada en el portal, no podía entrar en un restaurante, tenía reacciones toscas cuando alguien se me acercaba, escondía con altivez la timidez y el miedo... Era abrumador. Pero una vez que me di cuenta de que el problema estaba en mí, tomé las medidas necesarias para afrontarlo y levantar la cabeza. Ese fue el momento en el que decidí dejar Aída para recuperar mi vida", revela. Eso ocurrió en 2009, tras interpretar durante muchos años a la icónica vecina de un barrio humilde de Madrid.

Pese a todo esto, Machi nunca renegará de Aída. "Es el mejor personaje que he hecho en mi vida, es una genialidad, un puto regalo. Y hacerlo durante diez años fue una maravilla. Lo que me pasó a mí era un daño colateral de hacer un personaje tan brillante, pero tener algo contra él sería ser injusta, desagradecida y subnormal. Aída fue una revolución, se decían y se trataban temas muy heavies", sostiene.