Supervivientes de explotación sexual ayudan a otras víctimas a tejer una nueva vida en libertad

Rocío Nieto, presidenta fundadora de Apramp; la abogada Cruz Sánchez de Lara, colaboradora de la ONG, y Rocío Mora, su directora, junto a chicas que forman parte del grupo de mediadoras supervivientes de trata.
Rocío Nieto, presidenta fundadora de Apramp; la abogada Cruz Sánchez de Lara, colaboradora de la ONG, y Rocío Mora, su directora, junto a chicas que forman parte del grupo de mediadoras supervivientes de trata.
ELENA BUENAVISTA
Rocío Nieto, presidenta fundadora de Apramp; la abogada Cruz Sánchez de Lara, colaboradora de la ONG, y Rocío Mora, su directora, junto a chicas que forman parte del grupo de mediadoras supervivientes de trata.

"Nadie se ofrece para ser esclav@" reza un cartel enmarcado y colgado junto al mostrador como inequívoca señal de que este no es un taller de costura al uso. Entre hilos, máquinas de coser y maniquíes, un grupo de mujeres cose y hace arreglos en lo que para ellas es mucho más que una ocupación: tejen su camino hacia la libertad, esa que alguien les robó cuando las trajo a España y las obligó a prostituirse. Un camino en el que no les va a faltar el apoyo de otras supervivientes.

En la trastienda del local, en la madrileña calle Ballesta, Rocío Nieto y su hija, Rocío Mora, charlan con cinco de esas supervivientes. Mediante la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), ellas dos, como presidenta fundadora y directora, son las impulsoras de este proyecto que busca devolver la dignidad a las víctimas de explotación sexual y de trata. Con María, Verónica, Gift, Marcia e Isabel ya lo han logrado.

Procedentes de Rumanía, Venezuela, Nigeria, Brasil y Paraguay, ninguna de las cinco supera los treinta años y sin embargo ya saben lo que es estar de vuelta de un auténtico calvario. Lograron salir de él y ahora su objetivo es que otras mujeres también lo hagan. Con mucho esfuerzo, pero con determinación y valentía, se han preparado para que su trágica experiencia sirva al menos para ayudar a quienes se encuentren en la misma situación, encerradas, golpeadas, amenazadas, obligadas a mantener sexo con decenas de hombres al día, por un dinero que ni siquiera llegan a ver porque va destinado a pagar una deuda que nadie les dijo que iban a contraer.

"Ahora estoy en el turno de noche y veo una realidad que yo misma viví", relata Marcia. "Las mujeres no nos conocen, pero cuando les decimos que hemos pasado por lo mismo se relajan", continúa esta brasileña, que como el resto de sus compañeras, pide no ser identificada con su verdadero nombre.

"Mapeo"

En esa comprensión y esa cercanía radica la eficacia de esta "unidad de rescate", que trata de localizar a potenciales víctimas a través de un trabajo previo que denominan "mapeo". "Las mediadoras son nuestro proyecto prioritario y el que más resultados nos está dando", se enorgullece Rocío Nieto. "Buscan las zonas y se acercan a realizar la labor de mediación", explica su hija. "Algunas llevan mucho tiempo con nosotros y eso nos permite ir formando a otras, pero la mayoría acaban de ser rescatadas y de obtener un permiso de residencia y de trabajo. Conocen los sitios en los que se ejerce. Eso, unido al boca a boca que se genera después de que llevemos tanto tiempo con esta labor, nos permite ir detectando esos puntos", continúa.

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Entre los maniquíes en los que luce la ropa que se cose en el taller, destaca en la entrada un cartel con un contundente mensaje: 'Nadie se ofrece para ser esclav@'

Clubs, polígonos, céntricos emplazamientos… forman parte de su radio de actuación, pero la tarea más complicada es detectar "los lugares invisibles", pisos particulares en los que hoy por hoy se encuentran la mayoría de las mujeres y, principalmente menores, que son explotadas. "Solo en la Comunidad de Madrid ya estamos entrando en 480", apunta la directora de una ONG que cada año salva a unas 1.300 esclavas sexuales. "Esa es la cifra de los expedientes abiertos, lo que significa que estamos llevando a cabo una intervención. El número podría duplicarse o triplicarse si hablamos de las atenciones que se hacen en calle", puntualiza.

Apramp, fundada en 1985, cuenta con doce mediadoras en la Comunidad de Madrid, que, "por parejas, se reparten en tres turnos, abarcando las 24 horas de asistencia", participa Gift, en un español que aún le cuesta. El infierno de esta nigeriana comenzó a los seis años, cuando sus padres murieron y su tío la obligó a trabajar en casas en las que abusaban de ella. La Policía la trasladó a Apramp tras localizarla en Bilbao al detener a su proxeneta. Allí llevaba desde los 19 años. Sabe que nunca olvidará por todo lo que ha pasado pero ahora, con 21, puede decir que se siente feliz: "Llevo un año de mediadora y me gusta porque me sirve de terapia".

A ella y a sus once compañeras se sumarán próximamente otras 31, que en este momento están preparándose para ello a nivel nacional. La ONG también tiene presencia en Andalucía, Castilla y León, Extremadura, Asturias, Comunidad Valenciana y Murcia, "zonas estratégicas de tránsito y destino de víctimas". Su trabajo de detección e identificación es un largo proceso que se adelanta a la actuación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. "Mediante estándares europeos en los que la unidad está perfectamente formada podemos comprobar si se cumplen los indicadores que hacen ver si estamos ante un caso de trata y así poder ir a la Policía como asociación y con informes. Aunque no nos resulta imprescindible su intervención para sacar a las mujeres de esos lugares", comenta Mora.

Programa de Atención Integral

A su lado, María espera para  intervenir y ahondar en que su función va más allá de la detección y la identificación, porque acompañan a las mujeres en todo el proceso de integración. "Nuestro trabajo cuando estamos en comisaría apoyando que la mujer declare también es informarla. En nuestros países hay mucha corrupción que viene por parte de la Policía. Les explicamos que aquí es distinta y que tienen derechos. Los agentes saben que  lo están pasando mal pero nosotras las entendemos de otra manera. Sabemos que no se ven como víctimas de trata porque ninguna en ese momento sabíamos que lo éramos. En muchos casos te sientes culpable y piensas que te has buscado lo que te está pasando. Cuando les explicas la situación a través de tu propia historia se quedan pensando", ejemplifica esta rumana, que aterrizó en España en 2010 engañada por el que entonces era su novio.

Historias de superación que ni ellas mismas creyeron que llegarían a protagonizar. "Me gusta lo que hago. Ver que yo pasé por eso y que ahora puedo aconsejar a otras chicas que se cuiden, que vayan al médico... Que no se dejen convencer, como me pasó a mí, de que no tienen derecho a ir a un centro de salud por que no tiene papeles", comenta Verónica. La vida de esta venezolana nada tiene que ver ahora con los meses de explotación que sufrió tras llegar a Santander en 2017. Agente social de la ONG, comparte piso y estudia mediación en la UNED. A ella también le habló de Apramp la Policía y era la primera vez que alguien la ayudaba: "Cuando veo cómo me cambió la vida... Somos ejemplo para otras mujeres que quieran salir de la trata".

Tras identificar y rescatar a las mujeres esclavizadas, la ONG Apramp las incorpora a un Programa de Atención Integral en el que se les ofrecen cursos de formación orientados a que puedan encontrar un empleo.
Tras identificar y rescatar a las mujeres esclavizadas, la ONG Apramp las incorpora a un Programa de Atención Integral en el que se les ofrecen cursos de formación orientados a que puedan encontrar un empleo.

Mujeres a las que también les transmiten cómo Apramp llevó a cabo con ellas un proceso integral, que no solo consistió en asistencia social, psicológica y jurídica para regularizar su estancia en España, sino que les dio la posibilidad de aprender un oficio con el que ganarse la vida y así ser independientes. "Lo principal es darles alternativas de trabajo porque si no pueden valerse por sí mismas no van a salir de la calle", apunta la presidenta de la ONG. De ahí la importancia de este taller de costura, ubicado en el centro de Madrid, y que en realidad es un centro de formación en el que también se imparten cursos de geriatría, camarera de piso o telemarketing. Para que eso se materialice después en una opción real, la asociación ya ha conseguido que, por ejemplo NH, haya contratado este año a tres exvíctimas de trata.

"Si hay alternativas y alguien detrás que te diga que puedes, no vuelves a caer", reafirma María, quien llegó a la asociación creyendo que solo servía para estar en la calle: "No me veía capaz de tener una vida normal. Por eso es tan importante el psicólogo y sentirte apoyada".

Cena benéfica

Esa lista de empresas colaboradoras se ampliará próximamente. Con ese anuncio se incorpora a la conversación la abogada Cruz Sánchez de Lara, que coopera con esta asociación a la que está vinculada desde hace más de quince años y que se encuentra organizando una cena benéfica para recaudar fondos. "Estoy preparando una noche emocionante para todas. Cuando hablamos de prostitución siempre genera rechazo. Pues yo he intentado la excelencia y el evento va a celebrarse en el Teatro Real", anuncia.  "A veces me siento en reuniones de mujeres que dicen que la igualdad ha llegado y siempre pongo el acento en que ese tipo de mujeres no somos la representación real de la sociedad española. Que somos privilegiadas y que hay mujeres que son esclavas", incide.

La cena será el 24 de junio y a ella ya han confirmado su asistencia personalidades de ámbitos como la política, la judicatura, la cultura o el deporte. En total, 200 asistentes, a los que concienciar y sensibilizar y con ello sacar a la luz lo que no es un problema sino un delito internacional. "La recaudación es importante pero lo es más que visibilicemos lo que está ocurriendo", defiende Nieto.

Allí, entre todas esas personalidades, estarán María, Verónica, Gift, Marcia, Isabel y el resto de compañeras, en una noche en la que se pondrá de relieve una iniciativa que, a base de profundos pespuntes, ha unido los conceptos de redes y cadenas con adjetivos como solidarias y humanas. Palabras que para estas jóvenes han supuesto opresión durante tanto tiempo se cargan así de connotaciones positivas y pasan a significar esperanza y libertad.

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