Allí fue quemada, entre un onírico acto teatral. Cuatro ankatzales invocaron a los espíritus para que guarden el alma de la fiesta hasta el próximo año. Los ankatzales son siniestros personajes que caminan sobre zancos. Dirigió la ceremonia Don Karnal, la personificación de la lujuria. Y cuatro músicos orquestaron el sonido de la pompa fúnebre.
Las cenizas incandescentes de la sardina entraron en el cielo, ya negro, de Bilbao. Descenderán el año que viene y llenarán de luz otra vez la fiesta.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios