Caravanas, terrazas, micropisos... la infravivienda en España más allá de los 'pisos colmena'

Imagen de una caravana.
Imagen de una caravana.
GTRES
Imagen de una caravana.

Septiembre es el mes del año –junto a enero– en el que más contratos de alquiler se firman, ya sean parejas buscando un primer hogar, familias queriendo cambiar de vivienda o estudiantes aspirando a compartir piso en una nueva ciudad.

En una época en la que los alquileres en las grandes urbes como Madrid o Barcelona son prohibitivos para un salario medio, han comenzado a brotar empresas  como Haibu 4.0, que tuvieron repercusión en los medios hace unos días por su polémico proyecto. La compañía ofrecía "dar la posibilidad a gente con medios económicos restringidos", según explican en su web, alquilando habitáculos de 3 metros cuadrados a un precio de 200 euros al mes, con gastos incluidos.

Ciudades como Barcelona ya se han posicionado en contra de estas "casas colmena" y van a prohibir su comercialización. La alcaldesa Ada Colau aseguró en rueda de prensa que no habían recibido ninguna solicitud de la empresa, pero apuntó que "de todos modos, no colaboraríamos y denunciaríamos".

Lo cierto es que, colmenas aparte, basta con echar un vistazo a las páginas webs de búsqueda de casa más importantes de nuestro país para encontrar, por ejemplo, un piso en el barrio madrileño de Malasaña de 19 metros cuadrados por 650 euros al mes; o un estudio de 14 metros cuadrados por 560 euros, precios inasumibles para una persona que cobre el salario mínimo interprofesional  de  poco más de 730 euros.

Caravana de 10 metros cuadrados por 390 euros

También podemos hallar infraviviendas que incluso bordean la ilegalidad. En uno de los portales más relevantes de España encontramos que se alquila una "preciosa caravana para 1 ó 2 personas máximo", según indica la oficina inmobiliaria en el anuncio que publicaron.

Esta autocaravana de 10m2 está ubicada dentro de la parcela de un chalet en una localidad madrileña "con entrada independiente, para no molestar ni que te molesten", asegura el comercial que atiende al periódico cuando nos hacemos pasar por posibles clientes. El agente destaca que la "vivienda" cuenta con electricidad y agua, aunque nos aconseja llevar nuestras propias botellas, ya que el vehículo solo cuenta con un sistema cerrado de agua para la ducha, el baño y la cocina.

El precio tampoco es una maravilla: 390 euros al mes, gastos incluidos. El departamento de Urbanismo de la localidad apunta a 20minutos que el anuncio podría mostrar una propiedad no habitable, ya que en la misma parcela, según su ordenanza, no puede haber dos usos residenciales al mismo tiempo.

Si entramos en el perfil de la inmobiliaria en este portal nos encontraremos otro anuncio de una "finca rústica" de 2 habitaciones en las Islas Canarias. La descripción, sin embargo, es menos optimista: "Alquilo caravana para vivir sin luz eléctrica, ni agua potable". Su precio, 200 euros al mes.

Balcones precarios a 50 euros al mes

El problema de las infraviviendas se ceba con las personas con menos recursos e incluso en situación de pobreza. Es el caso de la Unidad Vecinal de Absorción (UVA) de Vallecas, uno de los barrios de la capital que más ha sido azotado por la marginalidad. La comunidad vio el año pasado cómo algunos vecinos alquilaban sus balcones para dormir en condiciones muy precarias por entre 50 y 70 euros al mes, dependiendo de si la terraza era al aire libre o cerrada.

Afortunadamente, gracias a la denuncia de un párroco local, Gonzalo Ruipérez, el caso salió a la luz y consiguió frenarse con la ayuda de las autoridades municipales y de los agentes de policía: "Aquello fue tan fuerte a nivel mediático que, a día de hoy, ya no hay ningún balcón en el que viva nadie, que yo sepa", destaca el sacerdote a 20minutos. "Existen otros problemas en la UVA, pero por suerte ese parece arreglado".

En otras ocasiones, este alquiler al borde de la ley se da en zonas donde hay mucho trabajo pero poco acceso a una vivienda barata. Este es el caso de la isla de Ibiza durante el verano.

Muchas personas viajan hasta la ínsula para encontrar un empleo en temporada alta y se alojan en caravanas o furgonetas camperizadas (algunas veces solo "amuebladas" con un colchón) ubicadas en aparcamientos y descampados, algo contrario a las ordenanzas municipales de la zona, que prohiben acampar fuera de las zonas habilitadas para tal efecto.

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