El día que un niño lloró por Amaia y Alfred... y le compensaron

  • Amaia y Alfred se encontraron con un pequeño fan al que cumplieron un sueño después de que no pudiera verles cantar la noche anterior.
  • "Sueña mucho. Lo demás... no tiene tanta importancia", le aconsejó Alfred. 
Alfred escribe una dedicatoria para un niño, apoyado en la espalda de Amaia.
Alfred escribe una dedicatoria para un niño, apoyado en la espalda de Amaia.
GUS HERNÁNDEZ
Alfred escribe una dedicatoria para un niño, apoyado en la espalda de Amaia.

Pedro vive en Lisboa, tiene seis años y anoche lloró. Es un pequeño eurofán de seis años y antes, un pequeño fan de Amaia y Alfred y antes, un pequeño fan de Operación Triunfo. Eso, a su edad, es llevar siendo fan casi toda su vida.

Este martes se celebró la primera semifinal de Eurovisión 2018, en la que veinte países se jugaban el pase a la final del sábado y en la que estaban presentes Amaia y Alfred, representantes de España, solo a modo de invitados. Pero el pequeño Pedro pensó que iban a cantar. Y no lo hicieron, porque no estaba previsto (apenas tararearon Tu canción unos segundos), y él lloró por la desilusión.

Pero a su corta edad ha aprendido que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana y que si algo tienen la ilusión y la música es que se cuelan por la más mínima grieta.

Este miércoles Amaia y Alfred acudían a hacer una visita a la Embajada de España en Lisboa, en concreto a la residencia del embajador, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, en el Palacio Palhavã (que acaba de cumplir cien años como posesión del Estado español, que lo compró y rehabilitó hace ya un siglo).

Los jóvenes representantes de España viven estos días en un mundo de preguntas, de directos de Instagram, de posados, de "amaiayalfredunmomentoaquí" y peticiones similares. El protocolo en esa visita pesaba más que nunca. Y aun así a veces aún asoman esos niños que todavía son, como Pedro, cuando Amaia corretea por el jardín de la residencia con su cara de asombro para ver de cerca la fuente de mármol o cuando Alfred sugiere "comprar unas porterías para jugar al fútbol" en el cuidado césped.

Si en algo se diferenciaba este acto de otros a los que han de acudir nuestros cantantes de Eurovisión, es en que apenas había gente. Los miembros de la delegación española (con Manu Guix y Ricky, entre otros) y poquísimos medios acreditados (20minutos entre ellos). Y además, estaba Pedro. Madre no hay más que una y la suya movió cielo y tierra para que Pedro y su hermano conocieran a sus admirados Amaia y Alfred.

El mundo se detiene cuando un niño se emociona. Es como una onda expansiva que hace que nos apenemos por haber perdido esa capacidad juvenil de sorprendernos. Alfred y Amaia le saludan, le preguntan la edad, qué le gusta... Y como Pedro ha traído de casa un folio de papel y un rotulador, les pide "una firma".

Amaia y Alfred hacen más, se lo dedican. "Pedro, un beso enorme, ha sido un placer conocerte :-)", le pone Amaia, usando la espalda de Alfred como apoyo. Se cambian, y es Alfred quien firma y le aconseja: "Hola, Pedro. Sueña mucho. Lo demás... no tiene tanta importancia :)".

Y siguiendo su propio consejo, Alfred se encuentra un piano. Y Manu Guix se sienta, como en OT, como cuando todo era una burbuja de música y risas. Y Guix toca y Alfred canta Amar pelos dois (la canción con que Salvador Sobral ganó Eurovisión).

Y llega Amaia y todo el mundo pide más y cantan City of Stars. Y luego improvisan y tocan piezas sueltas y se miran y todos los presentes en el suntoso salón del piano (que hace solo unos días tocaron José María Cano y su hijo) se van al carajo y desaparecen y solo existen teclas, música y voz. Amaia y Alfred.

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