La evolución de 'Tomb Raider', de la Lara Croft de Angelina Jolie a la Lara de Alicia Vikander, del erotismo al feminismo

Angelina Jolie y Alicia Vikander, como Lara Croft en sus respectivas versiones de Tomb Raider.
Angelina Jolie y Alicia Vikander, como Lara Croft en sus respectivas versiones de Tomb Raider.
PARAMOUNT / WARNER BROS.
Angelina Jolie y Alicia Vikander, como Lara Croft en sus respectivas versiones de Tomb Raider.

¿Quién es Lara Croft? Desde luego, ya no es la misma que solía ser. Aquel personaje de videojuego que se hizo de carne y hueso en el cuerpo de Angelina Jolie a principios de este siglo se ha reinventado ahora en la piel de Alicia Vikander, protagonista de la nueva Tomb Raider (16 de marzo). Pero para entender bien la metamorfosis de la aventurera hay que remontarse más de dos décadas atrás en el tiempo.

En 1996, las compañías Core Design y Eidos Interactive marcaban un hito en la historia de los videojuegos con el lanzamiento de Tomb Raider para las consolas Sega Saturn, PlayStation y también para PC. El juego no era solo una de las primeras grandes aventuras en entornos 3D –con permiso de Super Mario 64– sino que además estaba protagonizada por una mujer, algo muy poco habitual por aquel entonces.

La heroína de Tomb Raider, una intrépida y atlética arqueóloga británica al estilo de Indiana Jones bautizada como Lara Croft, no tardó en convertirse en un icono. Sin embargo, aunque el hecho de que una mujer fuese la protagonista de un videojuego era un avance, su representación no lo era tanto. Incluso en su primera versión, de toscos polígonos, Lara ya era un personaje hipersexualizado, con un cortísimo pantalón y unos pechos desproporcionados, por no hablar de las ilustraciones promocionales, aún más exageradas.

La apuesta fue un éxito y pronto se convirtió en una franquicia que generaba un videojuego al año. Con las mejoras gráficas, la carga sexual del personaje no hacía más que aumentar, y la elección de una exuberante modelo cada año para ser la imagen oficial de Lara no hacía más que reforzar esa cosificación.

En 2001, con Tomb Raider ya consolidado como un fenómeno, la aventurera dio el salto a la gran pantalla en una adaptación cinematográfica protagonizada por Angelina Jolie. La actriz volvió a interpretar a Lara Croft en una secuela dos años después. En ambas películas se mantenía ese espíritu heredado de los videojuegos en el que las curvas de la heroína eran una de sus características clave.

Y mientras, siguieron saliendo juegos de Tomb Raider para las sucesivas generaciones de consolas, pero ya sin tanto éxito, sin que los desarrolladores encontraran la clave que hiciera resurgir el atractivo de Lara Croft... hasta 2013, cuando Crystal Dynamics decidió reinventar el concepto, actualizarlo mediante un reboot, un reseteo que volvió a imaginar la historia de Lara desde el principio. Ahora, la heroína era mucho más joven e inexperta, más frágil, pero también más humana.

El personaje había dejado de ser un trozo de carne con dos pistolas para convertirse en una chica del siglo XXI. Esa imagen se vio reforzada en la secuela de este reinicio, Rise of the Tomb Raider (2016), que transcurre en su mayor parte en Siberia, con lo que Lara va ataviada en consecuencia (en otros tiempos no habría dudado en lanzarse al entorno helado "abrigada" solo por su corto pantalón y su top).

Ahora, fiel a este nuevo planteamiento, Lara Croft vuelve al cine, esta vez encarnada por Alicia Vikander, que en su reciente visita a España expicó que el personaje "ha cambiado un poco para adaptarse a nuestros tiempos". "Yo creo que, si preguntas hoy en día en la calle a los jóvenes qué consideran sexy o interesante o inspirador, te van a dar una respuesta muy distinta a la que te hubieran dado hace veinte años", asegura la actriz.

La joven, que recuerda que en su día le pareció muy rompedor ver a una mujer como Angelina Jolie ser la protagonista absoluta de una película de acción, cree que esta nueva Lara "da una imagen mucho más cercana, con la que se pueden sentir identificados los jóvenes".

"Ya se ven muchas películas de acción y de superhéroes con mujeres, pero este papel me pareció muy interesante porque se trataba de una chica normal que tenía una vida normal y que lo que hacía era buscar su camino en la vida", cuenta Vikander. "Yo lo primero que pensé es que me iban a poner viviendo en la mansión como una niña rica, y me gusta mucho el enfoque de que ella renuncia a todo eso, ya que quiere enfrentarse a la vida como cualquier persona normal".

Aun así, el elemento físico sigue siendo una parte importante de Lara Croft, pero ya no como algo explosivo o sexual –en la película no existe ni un solo componente erótico ni amoroso– sino más como algo sano y deportivo. "Queríamos retratar una realidad muy cercana y, para ser creíbles, teníamos que presentar este personaje como una persona muy física, tanto en sus hobbies, por ejemplo el boxeo, como en su trabajo, que la obliga a estar con la bici todo el día", explica la actriz, que revela que pasó muchísimo tiempo junto a atletas y a dobles de la industria.

"Yo soy una tía pequeñita y, cuando empecé el rodaje, no podía levantar mi propio peso. Para que fuera creíble tenía que conseguirlo. Tuve un entrenador que me hizo ganar seis kilos de músculo –por degracia en unas pocas semanas se va lo que consigues en unos cuatro meses–. Tuve que comer muchísimo para conseguirlo, eso no lo sabía y fue bastante duro. Me entrené con escalada, tiro con arco, artes marciales, bici, boxeo... Una pasada", relata.

"Creo que mi pasado como bailarina me ayudó muchísimo, sobre todo en las coreografías, porque hasta la lucha más absurda y más corta está coreografiada hasta el último milímetro", añade Vikander, que se siente feliz por haber dado vida a Lara Croft, por seguir añadiendo referencias femeninas al séptimo arte y por la posibilidad de volver a hacerlo en un futuro próximo. Desde luego, el final de esta nueva Tomb Raider deja abierta la puerta a una secuela. Que se haga realidad o no dependerá probablemente de la taquilla.

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