Jean Michel Jarre ha reeditado su disco de 1977, Oxygène, con motivo de su 30º aniversario. En él ha mezclado los instrumentos originales con las últimas tecnologías para volver a grabar un álbum con el que quiso transmitir, ya en esa época, su preocupación por la situación del planeta. Ha empezado una minigira en la que lo interpretra íntegramente.
Usted ostenta varios récords Guinness...
No me gusta esa cerveza (risas)
... ¿qué se siente al tocar ante 3 millones y medio de personas como en el concierto de Moscú?
El alcalde en un principio anunció un concierto para 3.000 personas y se presentaron más de 3 millones. Para mí siempre es una sorpresa encontrarme con tanta gente, pero creo que vienen porque nunca doy dos conciertos iguales. Son directos puntuales que nunca se repiten, con lo que se crea una complicidad especial con el público.
Para usted, tocar ante 20.000 personas debe ser como hacerlo en el salón de su casa...
Ese concierto, el de Polonia, ¿es del que guarda el mejor recuerdo?
No especialmente. Fue un momento muy especial, como el que sucedió en el Estadio Olímpico de Barcelona, donde pasó algo muy curioso: apagamos la música en dos ocasiones y la gente seguía cantando, pese a ser música no cantada. Además hicieron la ola (risas). Yo intuía que en el concierto del hipódromo de Madrid iba a suceder lo mismo, pero se canceló y por eso tengo muchas ganas de tocar en Madrid, porque sé que con el público español siempre sucede algo especial.
¿Piensa volver a tocar en breve en España?
A mediados de diciembre comienzo en París una minigira intimista en teatros por Europa y me gustaría traer el espectáculo a Madrid y a Barcelona. Tengo muchas ganas de tocar en Madrid al aire libre porque hubo un proyecto de hacer un concierto en la Castellana, pero no se podía parar el tráfico. Por circunstancias, nunca he podido tocar en la capital española.
¿Cómo se le ocurre hacer en el 83 un disco del que sólo saca una sola copia como ‘Music of Supermarkets’?
Este disco fue una protesta por la situación que estaba empezando a vivir la música, a raíz del lanzamiento del CD. Con este formato se empezó a masificar muchísimo la música, que ya se comenzó a vender en tiendas, supermercados... se vendía ya como yogures o pasta de dientes, no ya como un bien cultural. Esta protesta, curiosamente, se ha convertido con el paso del tiempo en una premonición. La música está ahora como está porque no se ha tenido el cuidado de venderla como bien cultural, como una obra de arte, sino como un bien de consumo de masas.
¿Sabe dónde está ese álbum?
Se vendió en una subasta. Seguramente estará en Bélgica, en manos de un señor que ‘murió' aparentemente en su coche y milagrosamente recobró la consciencia mientras sonaba Souvenir of China en la radio. Lo estuvo buscando y acabó comprándolo.
Usted desde siempre se ha preocupado por el medio ambiente, incluso ha utilizado la energía de molinos de viento para realizar algún concierto, ¿cómo ve la situación actual con respecto a las teorías sobre el cambio climático?
Desde muy joven ya tenía preocupación por este tema, y siempre he querido enviar un mensaje a través de mi música sobre la situación a la que podemos llegar. Este mensaje es ahora de plena actualidad, prioritario. La situación es mala, pero yo soy optimista y creo que no hay que bajar los brazos porque hay mucho que hacer. Se nota que la tierra está todavía muy viva porque protesta con tsunamis, terremotos... el día que deje de quejarse será más difícil.
¿Qué diferencias encontrará quien compre Oxygène hoy con el disco de hace 30 años?
Hace 30 años lo grabé en mi cocina, en la que monté un pequeño estudio. Fue confeccionado en un magnetófono de 8 pistas y ahora, al cumplirse el 30 aniversario, quería volver a grabarlo --con los mismos instrumentos-- acompañado de la última tecnología. Por eso también quise grabar el DVD Live in Your Living Room, en el que vuelvo a tocar en directo el disco entero y en una sola pista.
Oxygène todavía puede parecer hoy día un disco futurista, ¿de dónde se saca un artista algo así en el año 77?
Es un disco atemporal, sí. Entró en la época del punk y la música disco, era un trabajo completamente diferente. Me he dado cuenta con el paso de los años que, al ser un trabajo atemporal, hoy día sigue estando muy vigente. Yo quería hacer un disco que fuera un puente entre la música experimental y la música pop para acercarla al gran público. Por eso pienso que es una música diferente, que no es repetitiva, donde no hay secuencias muy robóticas... eso lo convierte en algo muy actual. No sólo por la música, sino también por el mensaje acerca del medioambiente y la preocupación por este planeta que encierra el álbum.
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