El acceso laboral de los discapacitados en España: "Hay mejoras, pero sigue existiendo discriminación"

  • Desde la Fundación ONCE apelan a que el empleo no solo sea accesible sino también de calidad.
  • Un 56% de los discapacitados creen que la discapacidad ya es en sí misma una barrera para acceder a un trabajo.
  • "Falta, sobre todo, normalización: entender que una discapacidad no se sufre, se tiene y ya está", dice Carmen Montes, directora de Inserta Madrid.
  • Una de las facilidades que se da es la aportación de fondos por parte de la Comisión Europea.
  • Fogonazos: 'Barreras', por Encarna Samitier.
Juan Carlos Sánchez tiene escoliosis, varias hernias discales y protusiones.
Juan Carlos Sánchez tiene escoliosis, varias hernias discales y protusiones.
JORGE PARÍS
Juan Carlos Sánchez tiene escoliosis, varias hernias discales y protusiones.

"Aunque se hayan dado ciertos pasos, sí sigues notando que te descartan". Así de rotundo es Juan Carlos Sánchez para referirse a las oportunidades de acceso al mercado laboral que tiene una persona discapacitada -específicamente en el apartado físico- en España. Él, con escoliosis, varias hernias discales y protusiones, cuenta con un 41% de discapacidad y una incapacidad total.

Los informes de la Fundación ONCE -que trabaja a partir de los planes desarrollados por la Comisión Europea- revelan que el 90% de los discapacitados reconocen barreras a la hora de acceder a un empleo. Y más de la mitad -un 54%- lo achacan a la falta de oportunidades. Pero eso no es lo más llamativo: un 56,68% se alude a la propia discapacidad como freno para acceder al entorno laboral, incidiendo de la importancia de autopercepción como una dificultad en sí misma.

El caso de Juan Carlos tiene particularidades, como él mismo cuenta a 20minutos. Hasta 2012 llevaba una vida completamente normal, aunque como él cuenta "en 1998 ya tuve una complicación con la espalda cuando cargaba cajas en una empresa de cátering". Pero no fue hasta años después cuando, siendo conductor de autobuses, comenzó a sufrir mareos y situaciones mucho más dolorosas: "Llegué a quedarme clavado al lavarme las manos".

Cuando se le reconoció la incapacidad, después de pasar por un tribunal que le examinó, decidió dar un giro. "Te cambia la vida, porque ya estás limitado", cuenta. Su idea fue "apostar por formarme en otras cosas" pero reconoce que "ya vas descartando trabajos".

"Y si no, pues te descartan las empresas". Sánchez no tiene problemas en decir que "claro que existe discriminación, aunque haya habido avances hay empresas que ni siquiera cumplen con la ley".

Labor dispar de las empresas

Y es que las entidades tienen la obligación por legislación de contar con un mínimo de un 2% de personas discapacitadas en su plantilla, por algunas "prefieren hacer donaciones para evitar ese paso", dice Juan Carlos, que forma parte de Inserta, una entidad de la Fundación ONCE que desarrolla dos programas: uno de inclusión social y otro de empleo juvenil.

La directora de Inserta Madrid, Carmen Montes -que tiene una discapacidad desde los seis años, como ella misma cuenta-, tiene una visión más positiva que Juan Carlos: "Es verdad que suceden malas experiencias y hay muchas dificultades, pero se ha avanzado mucho en los últimos años". Ambos coinciden en que el papel fundamental en este sentido lo desarrollan las fundaciones. "No es solo que los discapacitados tengan empleo, sino que ese empleo sea de calidad", dice Montes.

Y es que, por ejemplo, el 91% de los contratos a personas con discapacidad fueron temporales. "Hay muchas cosas pendientes, pero la formación y la inclusión cada vez son mayores", cuentan desde Inserta. Montes tiene claro que "lo que falta es normalización". En ese sentido, lo que buscan desde la Fundación ONCE es ayudar a que "las grandes empresas se sumen al discurso de la inclusión; la labor de comunicación es muy importante" en un mensaje que quieren fortalecer desde la Comisión.

La visión de Juan Carlos Sánchez va un poco más allá, y pone el foco en la clase política: "Tienen un mensaje positivo para conseguir votos, pero luego plantean leyes que no se hacen realidad", sentencia. Y sí, asegura conocer casos "en los que las propias empresas no te dicen que no te contratan por tu discapacidad, pero luego no te llaman" y otros en los que "te lo dicen directamente: no te quieren por ser discapacitado".

Percepción social errónea

Asimismo, también creen necesario que haya cambios en la percepción de lo que es ser discapacitado: "Una discapacidad no se sufre, se tiene", dice Carmen Montes, que a su vez alaba que "ahora por lo menos sí te escuchan, porque a mí misma me ha pasado, y he conseguido promocionar y crecer profesionalmente, osea que se puede". Plantea una disyuntiva: "Lo negativo son retos, y lo positivo, situaciones que hay que hacer habituales".

De manera más específica, las mujeres y los jóvenes no viven ajenos al ritmo normal del mercado laboral. "Hay que entender que las distintas cifras van acorde con las generales", explica Montes. Eso sí, en el caso femenino "sí que se puede notar una doble discriminación: por ser discapacitada y por ser mujer".

Es algo que confirma Sheila Llopis. "Es obvio que ser mujer no ayuda, y si además eres discapacitada menos, tanto en el trato como en el sueldo", comenta. A sus 30 años, esta integradora social asegura que "nunca estoy parada, porque muchas veces por ser discapacitado ya te exigen una formación mayor, como si tuvieras que compensar".

Va con dos muletas por una discapacidad por nacimiento prematuro. Lo asume, pero no se ha librado de comentarios muy despectivos. "En unas prácticas me llegaron a decir que no me contrataba nadie porque caminaba a dos por hora", lamenta. Esas situaciones no le ciegan, y reconoce que "se ha mejorado mucho, aunque falta camino, sobre todo en accesibilidad".

Sheila esgrime que "socialmente todo está más aceptado. Hay barreras, claro, y falta normalización, pero los tiempos hacen que la situación de los discapacitados mejore en cuanto a las relaciones sociales". Eso es algo que no ve ni en las empresas ni en las políticas. "Hay entidades que cumplen, otras que no, pero sobre todo, lo que echo de menos es que algún político dé la cara por nosotros", y va más allá: "Muchas veces nos sentimos olvidados".

Además, abre una nueva vertiente: la familia. Es rotunda a la hora de referirse a la sobreprotección. "Muchas familias tampoco ayudan", dice, "poque ten en cuenta que muchos discapacitados tienen una pensión y la teoría es entonces que para qué van a trabajar".

Es una parte sobre la que poca gente se atreve a hablar. "Es cierto que hay dificultades. Tenemos una discapacidad que nos ha tocado, y nos ponen limitaciones. Tampoco podemos ponernos más nosotros mismos. Tenemos que avanzar. Tenemos que vivir", termina Sheila.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento