Los ocho interminables kilómetros de curvas y pronunciadas pendientes que separan la N-232 (Santander-Vinaroz) del municipio de Ráfales pronto serán historia. El peor tramo de este itinerario, que discurre en su totalidad entre montañas y pinos típicos de la comarca del Matarraña, va a ser suprimido con un nuevo trazado que acortará el trayecto sensiblemente, informa Heraldo de Aragón.

Las obras de la carretera TE-V-3005 están en marcha desde el pasado mes de julio y se espera que hayan acabado en enero del próximo año. Las lleva a cabo la Diputación Provincial de Teruel y el coste de las mismas, 814.000 euros, se cargará al Fondo de Inversiones de Teruel, un plan económico creado para que la provincia turolense adquiera un desarrollo económico equiparable al de otros territorios.

En concreto, los trabajos se centran en un tramo de 3,5 kilómetros de orografía muy complicada. El proyecto prevé la construcción de una variante en esta zona que dejará a un lado las curvas y reducirá la vía a un kilómetro y medio de longitud, es decir, a menos de la mitad.

Debido a las obras, desde ayer permanece cortada al tráfico la carretera por tiempo indefinido si bien, según fuentes de la Diputación, el acceso a Ráfales está garantizado por la carretera de Fórnoles, la de La Fresneda y La Portellada, o desde la A-231.

Las obras en la carretera de acceso a Ráfales, por la que ahora los coches no pueden ir a más de 60 kilómetros por hora, permitirán ensanchar la calzada, que pasará a medir siete metros con arcenes de medio metro. En una fase posterior, prevista para los próximos meses, se extenderá el firme y se realizará la señalización.

El presidente de la Diputación de Teruel, Antonio Arrufat, subrayó la importancia de la mejora de las comunicaciones en una zona que recibe cada vez más turismo debido a la belleza de su paisaje. Agregó que la única "limitación" para que la institución que él dirige continúe modernizando las carreteras son los presupuestos.

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