Miguel Trillo: de vuelta a los 80

  • Miguel Trillo. Doble exposición aterriza en el Centro de Arte Dos de Mayo CA2M para revisitar las dos primeras muestras del artista: Pop Purrí. Dos años de música pop en Madrid, en la galería Ovidio (1982) y Fotocopias. Madrid-London, en la Sala Amadís (1983).
  • Recuperan sus primeras fotografías de conciertos y las que realizó a principios de los ochenta a muchos jóvenes en Madrid y Londres.
  • Se le considera figura clave de La Movida y un fotógrafo esencial que supo captar el cambio generacional experimentado en nuestro país tras la muerte de Franco.
Leicester Square, Londres, 1981. Miguel Trillo
Leicester Square, Londres, 1981. Miguel Trillo
MIGUEL TRILLO
Leicester Square, Londres, 1981. Miguel Trillo

Decía Rafael Doctor, actual director del Centro Andaluz de Fotografía, en un texto para una anterior exposición de Miguel Trillo, que sus fotografías son "un retrato con miles de acepciones, un retrato de algo más que una generación, de algo más que un movimiento o una época, un retrato constante de composturas y formas en torno a un mundo que tiende a destruir paulatinamente al verdadero individuo y a aunar claramente el perfil interior (exterior) para, de esta forma, poder controlar y amarrar mejor todo, para no perder el orden que crea progreso, para definitivamente ser una especie unívoca".

Frente a esa uniformidad que se nos impone o autoimponemos muchas veces, Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) ha defendido siempre la diversidad. Desde finales de los años 70 sus imágenes han dado buena muestra del cambio generacional (sobre todo dentro de nuestras fronteras) y han sido un alegato a favor de la diferencia y de lo personal frente a lo colectivo.

Como buen retratista de nuestra era, la obra de este autor vuelve cada cierto tiempo para analizar el paso del tiempo. Así ocurre en la recién inaugurada Miguel Trillo. Doble exposición, que aterriza en el Centro de Arte Dos de Mayo CA2M para revisitar las dos primeras muestras del artista: Pop Purrí. Dos años de música pop en Madrid, en la galería Ovidio (1982) y Fotocopias. Madrid-London, en la Sala Amadís (1983).

Los cimientos de su obra

La exposición se centra en un periodo clave de su trayectoria, el que va desde las primeras fotografías que realizó en salas de conciertos a partir de 1978 hasta mediados de los 80. En esos años captó con su cámara las más variadas estéticas musicales (mods, rockers, punks, heavies...) tanto en las calles de Londres –a donde viajaría sistemáticamente- como en Madrid. Trillo reconoció rápidamente y puso en valor la necesidad de los jóvenes de expresarse, de mostrar su identidad y, a la vez, su disconformidad con los límites preestablecidos por la sociedad. Esas imágenes representa, sencillamente, los cimientos de su obra.

"En 1978 tomó la primera de una larga serie de fotografías de grupos tocando en directo. Ya no era necesario buscar 'lo fantástico' en una realidad otra que el fotógrafo construía ante su cámara. 'Lo fantástico', para Trillo, estaba teniendo lugar ante sus ojos, en esa eclosión de culturas juveniles que proliferaban en el Madrid de principios de los ochenta, cuando comenzaba a producirse una diversificación de las estéticas musicales que parecían superar las anteriores modas y actitudes hippie-folk", afirma Juan Albarrán, comisario de la muestra.

Pero a la vez, esta 'doble exposición' va más allá y analiza qué supuso este momento para la cultura fotográfica en Madrid -que empezaba a ganar presencia en galerías, museos y salas institucionales-, y para el propio artista, que publicaba sus trabajos en revistas de la época y, sobre todo, en el fanzine autoeditado Rockocó (1981-1985).

Fotocopias en color

Sus exposiciones en Ovidio y Amadís supusieron un desafío a los modos en que la fotografía se exhibía en los 80. Ovidio no era, para empezar, una galería de arte especializada en la materia. Pero Trillo se sentía artista por encima cualquier disciplina y lo que allí creó tenía más que ver con una instalación. Presentó sus fotografías de conciertos sobre el muro de la galería, sin marco ni cristal, adheridas a paneles pintados de colores pastel, con música sonando de fondo y creando un ambiente pop que poco tenía que ver con los formalismos expositivos de la época.

Pocos meses después llegaban a Amadís las imágenes de jóvenes que el autor había tomado durante los tres años anteriores en Madrid y Londres. Trillo riza el rizo y presenta fotocopias en color de sus fotografías positivadas a partir de diapositivas. Frente a la obras original, la tirada limitada y la calidad de imagen, él prima el espíritu do it yourself, la tecnología low cost y, sobre todo, tener algo que contar. Los muros de la sala se recubrieron con plástico negro sobre el que fueron adheridas las fotocopias con cinta de colores.

Poco a poco todo aquello llegaría a su fin. "En 1985 La movida se había convertido en un cadáver maquillado que venían a descubrir los periodistas de fuera con motivo del décimo aniversario de la muerte del caudillo ecuestre, que nos había robado durante tanto tiempo la contemporaneidad. Lo que mejor recuerdo es que empiezo a perderme por la periferia madrileña siguiendo a jóvenes en chándal con enormes loros que bailaban break-dance. Venían otros tiempos y también yo los deseaba desde ya", recuerda Trillo. Una nueva generación le esperaba.

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