Lo declaró en el segundo día de juicio contra seis médicos acusados de homicidio imprudente. La víctima llegó en junio de 2005 a Urgencias con dolor abdominal y no fue operado hasta 20 horas después. Al cuarto día, murió.
El forense criticó que los médicos no le hubieran hecho a tiempo un escáner. Esta prueba detectó la apendicitis, pero sólo fue realizada 14 horas después del ingreso.
«Mi hijo se caía del dolor. Los médicos venían y decían: ‘Que lo mire otro’», explicó al tribunal el padre de la víctima. Contradijo así la versión de los imputados. Éstos sostuvieron, en la primera jornada del juicio, que su labor fue impecable, pero que los síntomas no eran propios de una apendicitis. Dijeron que su dolor era intermitente.
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