David Beriain: "Con los narcos lo más peligroso es pensar que estás dentro de una película"

  • El reportero ha convivido con los miembros del cártel de Sinaloa, el del narco Chapo Guzmán, y con las bandas criminales de El Salvador.
  • "Todo hace que parezca una película pero no es un juego. A veces son ellos los que te sacan del equívoco", explica Beriain sobre los momentos de peligro.
El periodista y reportero David Beriain.
El periodista y reportero David Beriain.
DMAX
El periodista y reportero David Beriain.

El periodista David Beriain y su equipo se internan en el cártel de Sinaloa para mostrar las entrañas de esta organización criminal mexicana en Clandestino (Canal DMAX. Lunes, a las 22.30 h).

¿Por qué un narco accede a dejarse grabar?

Uno lo que descubre en este trabajo es que todos sentimos una necesidad profunda de contar, de revelarlos, en la medida en la que sintamos que hay alguien delante preparado para escuchar lo que tenemos que decir. En el caso concreto de los narcos de Sinaloa se une el hecho de que pertenecen a una cultura un poco exhibicionista. Una prueba son los narcocorridos, canciones que hablan de forma explícita de a quien matan, de sus fugas, de cómo han burlado a las autoridades... y a ellos les encanta. En Sinaloa la obsesión es llegar a ser alguien, como sea, aunque sea a través del narcotráfico. Ese mostrarse no es ajeno a ellos.

¿Para tratar con ellos hay que ser un poco psicólogo además de periodista?

El periodismo, al menos el de inmersión, tiene que ver mucho con la psicología, sobre todo con el entendimiento del trauma. De cómo la experiencia dura que ha sufrido una persona ha podido configurar su cabeza y qué mecanismos hay en su cerebro que hacen que vea la vida de una determinada manera. Hace tiempo estudié como se ha de hablar con una persona así no sólo para que la charla sea provechosa periodísticamente, si no para que además esa conversación no retraumatice a la persona, para hacerlo de manera sana.

¿Se llega a sentir síndrome de Estocolmo?

Yo tengo un privilegio que es poder trabajar en DMAX, que me deja mucho tiempo para acercarme y para hacerlo lo más posible, hasta un punto en el que sientes una cercanía a veces hasta incómoda. Pero después entras en una sala de edición y estás meses y eso te da una distancia. Si tuviera que enviar una crónica la noche siguiente a salir de allí puede que estuviera condicionado por la experiencia. Agradezco la distancia porque el equipo y yo nos zambullimos en un intento de entender a esas personas.

¿Cuál ha sido el momento más tenso de esta temporada?

Ha habido bastantes. Me preguntan si no pasamos miedo y por supuesto que sí, yo me cago, soy bastante cobarde y creo que eso está bien. Reivindico el miedo como instrumento sano. El día que no tenga miedo tendré un problema. Han pasado muchas cosas que se han visto y cosas que no, como que se te encare un narco y te diga "apaga la cámara, me he quedado con tu cara, nos veremos en el infierno".

Así que muchas cosas se quedan fuera de la emisión...

Hay muchas cosas que no se han visto en pantalla porque cuando nosotros le damos al botón de grabar es porque estamos en condiciones de hacerlo. Antes de eso ha habido reuniones previas que nunca quedan grabadas en las que te presentas solito, sin cámaras ni nada. Yo o los investigadores que trabajan conmigo. Son situaciones en las que todavía no conoces a la persona y no sabes cómo va a reaccionar o qué esperar. Ha habido momentos muy tensos.

¿Puede contar alguno en concreto?

Pues mira, te puedo contar uno que no es mío. Pablo García-Inés, que es uno de los investigadores del programa estaba abriendo brecha en la sierra de Sinaloa para la producción y le llevaron a comer a la casa de la madre del Chapo Guzmán. Para él es lo más sagrado. Estaban comiendo cuando aparecieron treinta sicarios con el hermano del Chapo, el Guano Guzmán que empezó a comer y en un momento dado le dijo que una vez había conocido a un español y que había resultado ser agente de la DEA. Y le preguntó si él lo era. Pablo lo negó varias veces y El Guano salió de la habitación, dejando allí a los sicarios, que empezaron a acercarse a Pablo. Él pensó que se iba a llevar como mínimo una paliza en un interrogatorio. Pero uno de los sicarios se le acercó y le dijo: "disculpe, ¿ha acabado de comer usted? Es que como es usted invitado hasta que no se vaya no nos dan de comer a nosotros". Termina siendo una anécdota graciosa con un tipo que tiene detrás suya a todas las autoridades de México y EE UU.

Estos ambientes son un caldo de cultivo para el surrealismo, ¿no?

Absolutamente. En general américa latina es así, por eso es la tierra del realismo mágico. A veces lo más peligroso es pensar que estás en una película. Todo hace que parezca una película pero no es un juego. A veces son ellos los que te sacan del equívoco.

¿Cómo?

Pues vas a una primera reunión y le explicas quién eres, qué has hecho antes, qué quieres hacer y el tipo te mira y te dice "a mí me da igual lo que usted diga. Usted ha llegado aquí por ésta persona, quien sea tu contacto, y yo quiero que entienda que si usted hace algo mal contra quien voy a ir es contra él y es posible que lo mate. También iré contra usted, pero se está haciendo responsable de la vida de su compañero".

¿Y cómo se queda el cuerpo con algo así?

Pues se te ponen los pelos de punta y te das cuenta de que no es un juego.

¿Merece la pena jugarse la vida?

Absolutamente, me considero un privilegiado. No voy sólo para que la gente conozca esa realidad. Voy para aprender yo, porque necesito hacer preguntas, porque siento una curiosidad quemante por hablar con esas personas. No porque me guste el riesgo, pero lo asumo porque quiero sentarme a hablar con esas personas. Me considero un curioso de la naturaleza humana e intento encontrar verdades sobre la naturaleza humana en las condiciones más extremas de la realidad, donde no hay sitio para la impostura.

Isabel Pantoja va a 'El Hormiguero', con una entrevista pactada y tienen casi cinco millones de espectadores, ¿le produce eso alguna emoción?

Eso en concreto ninguna, pero te puedo contar que el día que estrené mi primer programa en televisión, sobre los Talibanes en Afganistán, hablando con ellos, una pieza periodística que uno en su soberbia piensa que va a cambiar cosas, que hará reaccionar a la gente... eso tuvo más o menos un millón de espectadores y un 7%. Ese día debutó Belén Esteban a la misma hora en Sálvame Deluxe y tuvo un 23%. Tú puedes hacer dos cosas: coger carrerilla y estamparte contra la pared de la frustración o pensar que un millón de personas, unos diez Camp Nou llenos, han visto tu programa y se han interesado en ver lo que pasa en el mundo. Eso es lo que hay que hacer. Centrarse en eso.

¿Pudo hablar con ellos de Trump?

No, porque acabamos de grabar en agosto y aún no se veía venir como ahora. Pero me suscita una reflexión: en el tercer capítulo de la serie seguimos a una persona del cártel que con un coche mete varios kilos de heroína en EE UU. Con ese mismo coche regresa cargado de armas. Para evitar que suban las drogas hay todo tipo de controles, para evitar que bajen las armas casi no hay ninguno. Unas 2.000 armas ilegales entran desde EE UU a México todos los días. Eso alimenta la guerra del narco. A lo mejor al final son los mexicanos los que quieren construir el muro.

¿Ha visto la serie 'Narcos'? ¿Le pareció realista?

Pertenece a otra época y a otro país, pero lo curioso de este tema es que las series y películas se basan en la realidad pero después los propios narcos se fijan en las series y se retroalimentan. Por ejemplo, la habitación más demandada de los hoteles de Culiacán es una que tiene un mural enorme de Scarface, porque todos quieren ser como él.

BIO: Nació en Artajona (Navarra), en 1977. Es reportero y director de documentales, especializado en conflictos armados y periodismo de inmersión. Ganó el premio de periodismo digital José Manuel Porquet por Diez días con las FARC y fue finalista del Bayeux de Normandía para corresponsales de guerra.

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