Prefieren hipotecarse antes de que unos gitanos compren una casa en el pueblo

  • Los vecinos del municipio pontevedrés de Ponte Caldelas pagarán 16 euros al mes durante 35 años.
  • El objetivo es evitar la llegada de un 'mercadillo' de droga.

No es racismo. Es miedo. Miedo a tener que convivir con el mundo de la drogas. Miedo a que los niños y adolescentes de un pueblo tranquilo puedan adentrarse en un mundo nada aconsejable, dicen los habitantes del lugar.

Los vecinos del pueblo de Vilarchán, en el municipio de Ponte Caldelas, prefieren hacer frente a una hipoteca de 276.465 euros (unos 46.000.000 pesetas) antes de que una familia de gitanos se instale en el pueblo.

Todo comenzó cuando se supo que una familia de etnia gitana, procedente del poblado de O Vao, en Poio, tenía previsto comprar una vivienda que está a la venta en el pueblo, justo al lado del Campo de Os Remedios, lugar donde se celebran las fiestas y donde suelen reunirse pequeños y mayores.

Los vecinos se reunieron y decidieron que la mejor solución era comprar la vivienda, aunque saben que afrontar el pago no será una tarea fácil.

Las más de 110 familias que viven en Vilarchán tendrán que pagar unos 16 euros al mes durante 35 años para hacer frente a la hipoteca, aunque el objetivo es buscar un nuevo comprador cuanto antes.

Al frente de la deuda estará la Comunidade de Augas Val das Tablas, en la que están representados la gran mayoría de los vecinos.

Y es que aunque el valor de la vivienda está en 41,5 millones de pesetas, a este precio hay que añadirle el siete por ciento de IVA y, además, los gastos a los que tendrá que hacer frente el propietario de la vivienda, que ya había percibido una fianza de 2.000 euros por parte del comprador.

El dueño de la casa, después de hablar con representantes de los vecinos, accedió a vender la vivienda al pueblo por el mismo precio que le ofrece el actual comprador.

Sin embargo, su objetivo es deshacerse del inmueble, por lo que pide a la Comunidade de Augas que firme un escrito en el cual se comprometa a, en el plazo de un mes, encontrar un nuevo comprador o adquirirla directamente. La casa está situada en el centro del pueblo y fue construida en un terreno de unos 400 metros cuadrados.

El inmueble cuenta con un bajo de grandes dimensiones, que en su momento albergó un bar, y con una vivienda en la parte superior que no está totalmente rematada ni interiormente ni exteriormente.

Por su proximidad al recinto de fiestas, un lugar en el que también se encuentra la Casa del Pueblo, los vecinos temen a que la familia de etnia gitana pueda establecer allí furgonetas, caravanas u otros elementos como los que se pueden ver alrededor de sus chabolas y que puedan introducir un 'mercadillo' de droga, tal y como sucedía en el poblado de O Vao, en Poio.

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