Carlos Ruiz Zafón: "Tenemos los políticos que reflejan los valores reales de la sociedad"

  • El escritor barcelonés publica 'El laberinto de los espíritus' (Planeta) el final de la saga de cuatro libros iniciada con 'La sombra del viento' en 2001.
  • La Barcelona de mediados del siglo XX vuelve a ser la protagonista de este cierre a 15 años de trabajo literario en torno a la familia Sempere y al Cementerio de los Libros Olvidados.
  • La primera edición del libro en castellano es de 700.000 ejemplares y ya se ha traducido a unos 40 idiomas para 50 países.
El autor ha finalizado la tetralogía de 'La sombra del viento', que ha ocupado 15 años de su vida, con la publicación de la novela 'El laberinto de los espíritus' (Planeta).
El autor ha finalizado la tetralogía de 'La sombra del viento', que ha ocupado 15 años de su vida, con la publicación de la novela 'El laberinto de los espíritus' (Planeta).
ANTONIO HERREROS
El autor ha finalizado la tetralogía de 'La sombra del viento', que ha ocupado 15 años de su vida, con la publicación de la novela 'El laberinto de los espíritus' (Planeta).

Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) culmina con El Laberinto de los Espíritus (Planeta, 2016) el final de la tetralogía de La sombra del viento (2001). Con ella se despide de personajes que le han acompañado a él, y al lector de medio mundo, durante los últimos 15 años: Daniel Sempere, Julián Carax, Fermín Romero de Torres, y de otros dos no menos importantes: la propia ciudad de Barcelona y el Cementerio de los Libros Olvidados, en el que podremos adentrarnos gracias al libro que cierra la saga, y que acaba de editar, y gracias a un personaje que Ruiz Zafón ha guardado hasta ahora con celo: el de la investigadora Alicia Gris.

El autor recibió a este diario el pasado lunes en el Hotel Casa Fuster de Barcelona. Conversó con nosotros en una charla amigable y muy interesante, en la que su discurso deja claro por qué es uno de los escritores más importantes de la actual narrativa en castellano. Y en la que nos aclara algunas cuestiones que han trascendido en los últimos días de promoción del volumen, como que no tiene previsto que esta tetralogía literaria se adapte en un futuro próximo como una serie de televisión o una película.

¿Cerrar esta tetralogía ha cumplido sus expectativas más íntimas como escritor?

Las mías sí, que son las del proceso de escritura.Lo más importante es la sensación que tú tienes, el cómo te has planteado el proyecto, lo que querías hacer y que trabajas durante años y años. Si una cosa que he estado trabajando no acaba siendo lo que yo quiero que sea, no la publico.Uno ha de tener la certeza de que si compartes algo para el mundo es porque tú crees en eso y es exactamente lo que tú habías querido hacer. Y en este caso, si he tardado tanto es precisamente porque pensaba llegar a ese momento en el que piensas que esto es exactamente lo que quería hacer. La verdad es que estos cuatro libros son lo que yo esperaba y en este sentido estoy muy contento. Y he preferido tomarme el tiempo necesario para rematarlo como yo quería.

¿Cómo es para usted el proceso de escritura?

Tiene varias partes. Hay una fase de preparación, de crear materiales, y luego el momento en el que te pones a escribir. Yo, mientras escribo, reescribo constantemente. Y a medida que vas escribiendo llega un momento en el que no necesariamente sigues una línea lineal y vuelves atrás y adelante. Y luego llega el momento en el que lo rearmas y vas dándole vueltas y vueltas hasta que aquello es lo que tiene que ser. Es un proceso que lleva tiempo y tiene estas tres partes, algunas que se solapan unas con otras. Sobre todo, lo que tiene para mí la escritura es la reescritura hasta la saciedad. Y todo lo que descarto de un libro lo destruyo, no lo guardo, para evitar las tentaciones de volver a ello.Y eso que muchas veces las cosas que tiras son muy bonitas pero parecen que tienen una función que no es la que tenía que hacer.

¿Es duro con usted mismo a la hora de escribir?

Yo creo que sí, que tengo una ambición, sé qué es lo que quiero hacer y no paro hasta que llego a ello.

¿Le está resultando fácil poder escribir sobre otras cosas después de 15 años dedicado a la saga de La sombra del viento?

No estoy escribiendo nada. Estoy pensando en algunos proyectos, en cosas que se me han ido ocurriendo. Le estoy dando vueltas, tomo notas. Pero todavía no me he puesto con nada y sé que no lo voy a hacer durante un tiempo porque voy a estar viajando. Me pienso tomar este año para pensar y decidir qué es lo que voy a hacer un poco antes del momento en el que ya me pueda poner realmente a trabajar cada día. A día de hoy aún no lo he decidido. No acabé el último libro hace tanto. Pero va bien parar porque así enfrías motores. Hay quién es de la teoría de ponerse a trabajar en otra cosa al día siguiente de entregarle un libro a tu agente. Isabel Allende lo hace. Yo no lo hago, a lo mejor debería.

¿Volvería a atreverse con una trilogía o tetralogía?

No creo que lo vuelva a hacer por las implicaciones de tiempo y esfuerzo que significa hacer un producto de este tipo. Esta para mí tenía sentido y en el fondo sabía que me complicaba la vida, porque es más fácil hacer libros independientes. Era un proyecto que me hacía ilusión y que quería ver completado. Yo era el único que me empeñaba en hacer una cosa que era demasiado larga en los años, por encima incluso de los editores. En este momento no tengo nada en mente parecido y dudo que se vuelva a hacer una cosa así porque lo que yo quería explorar con ello ya lo he hecho. Pero, vamos, quién sabe, pero lo dudo.

Para el autor R. R. Martin un escritor es un arquitecto o un jardinero ¿En qué categoría se encontraría usted?

Es una frase ingeniosa. R. R. Martin dice que él es jardinero aunque creo que tiene bastante de arquitecto también. Porque él hace una cosa y se la mira por todos lados y pone un poquito más. Yo soy más ingeniero, planteo un problema y busco la solución, aunque creo que hay que tener un poco de arquitecto pero también hay que ser jardinero, porque hay que cultivar la paciencia de que aquello que crees que está cerrado hay que revisitarlo, reexaminarlo, repensarlo desde muchas perspectivas y cambiarlo tantas veces como sea necesario. Me gusta más la definición de ingeniero porque básicamente lo que hacen es buscar soluciones a problemas. Esa manera de intentar solucionar las cosas sí que me resulta estimulante e interesante y algo que me supone un desafío.

¿El personaje de Alicia, que es una novedad en la cuarta entrega de la saga, es un alter ego suyo?

Sería un alter ego extraño, porque es mucho más agradable de aspecto que yo (ríe). Pero sí, todos los personajes que uno ha escrito tienen una parte tuya. Pero en esta serie de novelas hay tres personajes que siento como una parte de mí mismo: Julián Carax, que es una caricatura, Fermín Romero de Torres, que tiene muchas cosas de mí, y luego, el que puede parecer el más chocante. Alicia es un personaje que me ronda desde hace mucho por la cabeza y que tiene que ver conmigo por mi experiencia y mis recuerdos, pero lo he tenido que guardar hasta ahora porque era el momento correcto. La tentación hubiera sido sacarla de la caja antes. Pero su momento era este porque es una agente clave que desencadena la resolución de toda la serie y asume un papel muy importante. Y es un personaje con el que me siento muy a gusto porque, igual que Fermín y Carax, son un tanto por ciento de mi cerebro, en este caso ella, mi parte más coqueta. Son personajes con los que has convivido tanto que no sabes dónde empiezan ellos y acabas tú.

Uno de los grandes atractivos de este cuarto libro para el lector es descubrir el espacio, hasta ahora mitológico, del Cementerio de los Libros Olvidados ¿Para usted también?

Para mí todas las historias comienzan con una imagen que empiezo a visualizar. Y le voy dando vueltas y reconociendo sin saber por qué. En este caso, me parecía que el Cementerio de los Libros Olvidados era una biblioteca oculta en un palacio del Raval de Barcelona. Pero, aparte de ser un lugar atractivo y potente visualmente, tenía que tener un significado. Y un poco por este contraste, y por las reflexiones que te haces al cambiar de lugar de residencia, pensaba mucho en lo que yo llamo "la destrucción de la memoria", que es la destrucción del pasado, de la identidad colectiva.Y me di cuenta que para mí ese lugar no solo era una metáfora de un cementerio de libros olvidados, sino también de ideas y personas olvidadas por esa sensación de la identidad y de la memoria. Con El laberinto de los espíritus quería entrar dentro del Cementerio de los Libros Olvidados, hasta las tripas del lugar. Y eso lo hacemos, casi dos veces, de la mano de Alicia. Primero, en una escena, y luego hacia el final del libro, donde lo recorremos con ella. Era algo obligatorio. En algún momento teníamos que volver a él y está presente en todo el libro porque es uno de los secretos de la familia Sempere.

¿Ha escrito sobre Barcelona en Barcelona para esta saga?

La sombra del viento (2001) está escrita íntegramente en Los Ángeles, donde resido. El juego del ángel (2008) está quizás más escrita en Barcelona que en L.A. y para mí es el más barcelonés de todos mis libros. Cuando trabajo en algo, sé qué partes están escritas en Barcelona, puedo notar su energía. El prisionero del cielo (2011) está escrito íntegramente en L.A. y El laberinto de los espíritus (2016) es un 60-65% California y el resto Barcelona. La reescritura y los ajustes están hechos en ambos lugares.

¿Qué personaje universal de la literatura le hubiera gustado crear?

Siempre he creído que el diablo es el mejor personaje literario jamás creado. Creo que es fabuloso y que lo hemos creado entre todos. Hay diferentes versiones en muchas culturas y tradiciones. Pero básicamente son personajes que vehiculan todo aquello que no queremos reconocer o aceptar de nosotros mismos o de la naturaleza y los rasgos que nos asustan. Así decimos que la culpa es suya y que uno hace cosas buenas porque tiene una inocencia original. El diablo nos sirve para persistir en esta fantasía tan propia de las personas que es creer que no formamos parte de la naturaleza, que es algo exterior a nosotros. Lo encuentro fascinante como personaje literario. A él le puedes echar la culpa de todo.También hay grandes personajes de Dickens que me apasionan. Al igual que otros personajes súper interesantes de la tradición de la novela negra americana. Y otro que tiene que ver con el diablo, el Doktor Faustus de Thomas Mann.

¿Barcelona, el gran personaje de sus cuatro novelas, cómo la ha visto evolucionar en estos últimos 15 años?

A Barcelona le está pasando como a otras ciudades europeas, en las que el turismo está generando una cierta transformación del tejido social, de la apariencia de la ciudad, de sus partes más emblemáticas que se van transformando en lugares de reclamo y comercio. Y eso cambia la temperatura y el clima de la ciudad. Lo estamos viendo aquí más en los últimos 15 años, y en otras ciudades, como las visitamos como turistas nos parece normal. Pero cuando al turismo lo tenemos aquí, anegando parte de los barrios emblemáticos de la ciudad, nos parece que se está convirtiendo en un parque temático de sí misma. Y esto sí que lo he notado mucho en los años que he pasado fuera. El tejido demográfico es mucho más diverso, cuando Barcelona había resistido mucho a este cambio, y era muy uniforme. En los últimos años paso bastante tiempo en Barcelona y me cuesta más ver estos cambios y no sabría decir si son positivos o negativos.

¿Y la Barcelona de su niñez?

La identidad de la ciudad se fija sobre todo cuando eres un niño o muy joven, y en la medida en que luego lo revisitas ves que aquello es una isla ¿Es la misma ciudad? No, y tampoco tú eres el mismo. A mí Barcelona me parecía más misteriosa, intrigante y mágica cuando era un niño. Y a lo mejor no lo era. Es difícil, porque cuando observamos los lugares que son importantes para uno no somos objetivos porque nosotros también estamos cambiando, al igual que los sitios.

No le gustaría nada hacer una adaptación de sus novelas al cine o la televisión ¿Se reafirma en ello?

Para mí estas historias ya son lo que yo quería que fueran. La versión en las que existen ya es para mí su versión definitiva y están como yo las quería ver. También el origen de estas cuatro novelas era para mí un homenaje a la palabra escrita, a la literatura, al hecho de la escritura y la lectura. Y no veo el sentido de transformarlas, a pesar de que sé que se pueden hacer más populares así y de que no hay nada malo en ello. Normalmente cuando tienes una idea ves si es una película o una novela, son cosas diferentes. Y creo que no es obligatorio que todo libro tenga que ser una película o una serie de televisión, no creo que tengas que justificarte. Y a veces pongo el ejemplo inverso: qué sentido tendría coger las grandes series de televisión de los últimos años y decirles a sus creadores que hagan una novela de Los Soprano y Breaking Bad. A lo mejor los creadores dirían ¿para qué? No es que me niegue, es que ni se me pasa por la cabeza, porque no sé para qué.

Stephen King hizo una reseña de una de sus novelas ¿Es mitómano con otros autores?

Muy poco, aunque con algunos sí. Con algunas personas a las que he admirado desde que era niño. Uno de ellos era King. Y me hizo mucha ilusión que una persona que yo había admirado tanto desde niño tuviera la generosidad de, sin que nadie se lo pidiera y sin que supiéramos muy bien por qué, escribiera esa pieza. Siempre tiene una palabra generosa que decir sobre mí y en este caso sí que me hace mucha ilusión. Me siento un poco como si tuviera otra vez 12 o 13 años y fuera la primera vez que leía un libro suyo. Y luego ha habido otras personas, a las que he tenido la suerte de conocer, y a las que ves en su dimensión humana, que siempre es más rica que no la de idealizar a una persona, pero son casos contados. Creo que está bien y espero no perder nunca tener esas admiraciones que te vienen de la infancia y de gente que haya hecho algo que para ti significa tanto, esto mantiene la magia de las cosas.

¿Tenemos los políticos que nos merecemos?

Siempre me ha parecido una frase muy curiosa porque cuando alguien dice que "sí" que los tenemos y todos se le echan encima, porque a nadie le gustan los políticos que tenemos, pues nadie quiere asumir la responsabilidad de que a lo mejor todos tenemos mano en ello. Si esos políticos están ahí es porque nosotros los hemos puesto y lo hemos permitido. No sé si estos nos los merecemos. Creo que tenemos los políticos que reflejan la esencia y los valores reales (no los que nos gustaría tener) de la sociedad democrática porque son un producto de ella. En las dictaduras tienen los políticos que les han impuesto a golpe de tanque. Creo que hay una cierta correspondencia entre los políticos que hay en muchos lugares y la sociedad en la que mandan, son cierto reflejo de elementos, no directos ni de todos los sectores, pero no podemos eludir tampoco nuestra responsabilidad. El mundo que tenemos es el que construimos entre todos. Y sí que hay gente que tiene más poder para construirlo pero nos guste o no o estamos todos en el mismo barco. Si han salido los hemos votado, no han venido en ovni.

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