El problema radica en que estar en la calle hasta altas horas retrasa la entrada en los bares y pubs. Sus dueños, para no perder caja, mantienen las puertas abiertas durante más tiempo.

Cada vez resulta más difícil encontrar los pubs llenos a las dos de la madrugada y estos establecimientos cierran a las 5.30 en lugar de las 3.30, que marca la ley. El ruido se prolonga dos horas: la pescadilla que se muerde la cola.

Aumentan las denuncias

El buen tiempo provoca que las calles estén llenas durante más tiempo. De este modo las denuncias en verano por exceso de ruido sobrepasaron las posibilidades de la Policía Local.

Los únicos dos agentes encargados de controlar el exceso de decibelios son incapaces de abarcar todas las reclamaciones. Además, en el 72% de los casos su actuación fue en vano porque cuando llegaron el ruido ya había pasado.

La ausencia de lluvias y las temperaturas agradables están provocando que las denuncias veraniegas se prolonguen durante el otoño.

Esta situación ha sido denunciada en repetidas ocasiones por la Asociación Viguesa Contra el Ruido desde donde aseguran que seguirán pidiendo más efectivos policiales para conseguir la prometida y anhelada «tolerancia cero» con el ruido en Vigo.

Actualmente, en la ciudad existen 31 calles que se consideran acústicamente saturadas, aunque todavía no hay ordenanza aprobada que así lo tipifique. Entre ellas se sitúan las de los alrededores de las calles Churruca y Areal.

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Sin rastro del mapa de ruidos

Una normativa europea del año 2004 obliga a todos los núcleos urbanos de más de 100.000 habitantes a presentar ante la UE un mapa de ruidos. El organismo comunitario debería haber recibido el pasado mes de junio el correspondiente a Vigo. Sin embargo el informe local sigue sin concluirse y acumula ya más de tres meses de retraso.

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