"¿Qué provoca que nos rebelemos? Un conjunto de fuerzas, mental, física y social, hacen efectivo el levantamiento y transforman la inmovilidad en movimiento, la opresión en energía, la sumisión en revuelta y la renuncia en alegría expansiva". Así de revoltoso, en palabras del coordinador, el filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman es el planteamiento de la exposición,  Soulévements (Levantamientos), una muestra "transdisciplinaria" que pone ante el público la creación de los últimos tres siglos que ha funcionado como germen de la protesta o materia cultural derivada de ella.

La ambiciosa muestra, que acaba de inaugurar el museo Jeu de Paume de París y podrá ser visitada hasta el 15 de enero, agrupa centenares de pinturas, dibujos, instalaciones, vídeos, fotos, películas, documentales, manuscritos, folletos, carteles y objetos, presentados de una forma no jerárquica o cronológica. La pinacoteca desea que visitantes experimenten desde la intuición y las emociones las aspiraciones rupturistas en pos de una mejora del mundo.

Para conseguir este acercamiento sensorial y antihistoricista han dividido el material en cinco áreas —elementos, gestos, palabras, conflictos y deseos— que, en orden de intensidad creciente, transitan entre la aspiración y lo indestructible, en una "oscilación libre" que busca trazar una "cartografía de los levantamientos". Esta "trayectoria sensible e intuitiva", añade el curator, permite a la mirada centrarse en "casos ejemplares", pero evitando "cualquier tipo de generalización". Didi-Huberman promete rigor: "Vamos a ser tan conscientes como para no llegar a conclusiones, no excluir nada y huir de la dogmática".

La mezcla y lo híbrido dominan toda la muestra —selección de 25 obras notables como ejemplo—. En el primer bloque del recorrido, Elementos (desencadenados), comparten convivencia caprichos de Goya de finales del siglo XVIII, con las banderas pintadas como trapos por Léon Cogniet en Les Drapeaux, de 1830, y la foto de una bolsa de plástico rojo elevada por el viento que Dennis Adams hizo como respuesta al ánimo social en los EE UU tras el 11-S y tituló, con ánimo crítico, Patriota.

Fotos de los enfrentamientos religiosos en Irlanda del Norte en 1969 abren otro hilo narrativo que se prolonga con los "golpes de martillo" ejecutados décadas antes por los furiosos Nietzsche y Artaud; la poética de la vida como delirio del dadaísmo confluye con las fotos documentales de Cartier-Bresson, y el homenaje de Miró al joven anarquista español Puig Antich, ajusticiado por el franquismo, figura combinado con imágenes de la revuelta zapatista.

La exposición es una suma de "elementos desatados" para ejercer en común la oposición, de "gestos intensos" y "barricadas levantadas para decir '¡no!' cuando la violencia es inevitable", explica Didi-Huberman, para quien, como demuestran las obras de arte, individuales o anónimas, basadas en la rebeldía, "todo levantamiento logra sobrevivir más allá de su represión o desaparición".

Siempre que se erige un muro, añade, "habrá gente preparada para saltarlo". La gran lección del contenido variadísimo de Soulévements es que las imágenes y el arte "han ayudado y seguirán ayudando a reinventar nuestras esperanzas políticas", concluye el coordinador de la muestra.