Wilhelm Lehmbruck, suicida tras padecer la crueldad bélica, y escultor de la fragilidad humana

  • El alemán Wilhelm Lehmbruck (1881-1919) sirvió como paramédico en la I Guerra Mundial y nunca pudo superar la agonía y miseria de las que fue testigo.
  • Sufría una profunda depresión y se mató de un tiro a los 38 años.
  • Sus esculturas, metáforas del dolor, la soledad y el quebrantamiento, fueron clave para el desarrollo posterior de la disciplina a lo largo del siglo XX.
'El desplomado', también llamado 'El hombre caído', la escultura más conocida de Lehmbruck
'El desplomado', también llamado 'El hombre caído', la escultura más conocida de Lehmbruck
Nachlass W. Lehmbruck - Estate W. Lehmbruck
'El desplomado', también llamado 'El hombre caído', la escultura más conocida de Lehmbruck

Durante las noches de insomnio que padecía en 1915 tras atender en un hospital de Berlín a los heridos que regresaban de los agónicos campos de batalla de la I Guerra Mundial, el escultor y artista gráfico Wilhelm Lehmbruck (1881-1919) condensó en una figura de bronce la impotencia, el dolor y la soledad del conflicto bélico. En Der Gestürzte (El desplomado), un hombre desnudo y a cuatro patas, casi reptando, arrastra un peso, invisible pero palpable, que quebranta la voluntad, le empuja hacia el suelo y convierte en imposibles el avance y la vida.

Marcado por la huella de la crueldad y la vesania bélica —más de 40 millones de muertos, 20 millones de heridos y 8 millones de desaparecidos—, el artista, hijo de una familia de mineros y sólo capaz de estudiar por una beca de su Duisburgo natal que premiaba a los más dotados de entre los niños del municipio, Lehmbruck dedicó el resto de su vida a trabajar sobre un mismo tema: el tormento. Su escultura es fundamental para entender los caminos posteriores de la disciplina.

Admirado por Beuys

Una retrospectiva de la obra del artista, con 50 esculturas y 90 dibujos, pinturas y grabados, propone la reconsideración de Lehmbruck como el portavoz de la fragilidad y el lamento gracias al poder intuitivo que años después sería mencionado por Joseph Beuys en su discurso de aceptación del Premio Lehmbruck como inspirador de la desesperación, el dolor, la vergüenza y la melancolía del arte postbélico europeo del siglo XX. La exposición, que también incluye piezas de amigos del escultor y creadores influidos por él —entre ellos Beuys—, está en cartel hasta el 4 de julio en el Museo Leopold de Viena.

Gran pionero de la escultura moderna, aunque no siempre recordado en los anales, quizá porque vivió poco —a los 38 años se suicidó con un tiro porque no lograba salir de la profunda depresión que le causó la guerra—, la retrospectiva permite comprobar la huella del desgraciado y triste escultor y la marca de estilo que cuajó: figuras dolientes, suplicantes y sin esperanza moldeadas con proporciones alargadas pero rotas por el peso de la pena. Aunque finalizada antes de la contienda de 1914, Kniende (Mujer arrodillada), ya prefiguraba la sensibilidad del artista: la desposesión como estado anímico que conduce a la desgracia.

Vivió cuatro años en París

La exposición traza el desarrollo artístico de Lehmbruck desde su época como estudiante —culminó la carrera en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, donde estudió en 1901 y 1906—. El lenguaje autónomo y ajeno a la convención aparece ya en las figuras y dibujos de su etapa en París, ciudad en la que vivió entre 1910 y 1914.

En la capital francesa, además de admirar en persona la obra de sus grandes referentes, Auguste RodinAristide Maillol, trabó amistad con Amedeo ModiglianiEgon Schiele, expuso en público por primera vez y se casó con Anita Kaufmann. La pareja tendría tres hijos.

Mutilados y heridos

A partir de su regreso a Alemania por el estallido de la guerra, se estableció en Berlín y fue movilizado para servir como enfermero y paramédico en uno de los hospitales de la ciudad que atendían a los miles de mutilados y heridos que llegaban del frente de batalla. La miseria y el sufrimiento dejaron huellas psicológicas —cayó en una depresión profunda que no le abandonaría— y artísticas.

Sus esculturas parecían estar vampirizadas por un ser maléfico interior que se apoderaba de la voluntad y reducía las figuras a siluetas consumidas y sin rasgos faciales. El lenguaje es claramente expresionista, sin rasgos de naturalismo. Esta crudeza haría que Lehmbruck fuese catalogado postmortuoriamente por los nazis como artista degenerado en 1937 Hitler ordenó retirar, robar o destruir obras de ideales "putrefactos" que no respondían a la "genealogía  limpia" del "gran arte alemán".

Preparaba su primera exposición alemana

A partir de 1916, aquejado de una honda tristeza paralizante, vivió en intentó seguir trabajando en Zurich. Tres años después, en 1919, fue invitado a montar una exposición individual en Berlín, la primera en su país natal, y regresó a la capital alemana para participar en la organización. El 25 de marzo, incapaz de soportar la negrura de su ánimo, se pegó un tiro mortal. Tenía 38 años y fue enterrado en el cementerio del bosque de su ciudad natal.

La retrospectiva de Viena incluye obras de artistas que trataron al escultor —hay varias acuarelas de los famosos desnudos de Schiele, piezas de Modigliany y Constantin Brancusi—, así como de sus inspiradores Rodin y Maillol, y de creadores posteriores que se apoyaron en el lenguaje de Lehmbruck, entre ellos George Minne, Käthe Kollwitz y Ernst Barlach.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento