Los vecinos logran ‘expulsar' a dos familias gitanas problemáticas realojadas

Lo que les ha ocurrido a los vecinos de los conocidos como Pisos de La Yutera -números 36 y 38 de la avenida de Madrid- es la parte más desagradable de los realojos de familias marginales. La que nadie cuenta.

La tranquilidad de las cerca de 30 familias que residen en estos bloques se rompió cuando el Ayuntamiento decidió terminar con el último reducto marginal que existía en la ciudad.

Estaba ubicado en la carretera de Santander, junto a la antigua fábrica de La Tejera, lugar en el que se construye ya el nuevo Centro Logístico de Transporte de la ciudad.

Los servicios sociales municipales siguieron los trámites habituales: contactaron, convencieron, buscaron a las familias nuevas viviendas y las ayudaron económicamente en su compra.

Dos de las siete familias que sobrevivían en esas casas marginales llegaron el pasado mes de junio a los bloques 36 y 38 de la avenida de Madrid, junto al Campus Universitario de La Yutera

Y ahí empezaron los problemas. Discusiones a gritos, peleas, un constante goteo de extraños hasta altas horas de la mañana, broncas a todas horas... las múltiples llamadas de atención a estas familias por parte de las Comunidades de Vecinos de estos bloques no sirvieron de nada. Un "te voy a rajar" espetado a uno de los palentinos que viven en estos portales

puso fin al intercambio de reproches.

Lo que antes era una tranquila comunidad de familias obreras pasó a ser un punto de venta de sustancias estupefacientes en unos días. Una mañana un vecino halló en el suelo casquillos de una pistola de fogueo.

La situación se hizo tan insostenible que al menos uno de los amenazados decidió cambiar de domicilio. Pero el miedo de sentirse amenazados en sus propias casas no les impidió actuar.

Las comunidades de vecinos acudieron al Ayuntamiento y a la Subdelegación del Gobierno. Los servicios sociales hablaron con las dos polémicas familias, que, sin embargo, no depusieron su actitud.

Sólo el incremento de la vigilancia policial, primero de la Policía Local y más tarde de agentes de la Comisaría Provincial de la Policía Nacional, logró acabar con el constante ir y venir de personas.

Días más tardes, las dos familias abandonaron las viviendas.

Hoy

Los vecinos de las comunidades 36 y 38 de la avenida de Madrid han recuperado en parte la normalidad que siempre disfrutaron. Aún no se atreven a dar la cara ante los medios de comunicación por miedo a represalias.

"No se trata de una cuestión de racismo -las familias ‘expulsadas' son de etnia gitana- sino de respeto y comportamiento cívico. La convivencia entre vecino no es compatible con el trapicheo", afirma uno de los afectados.

Además han creado la Plataforma de Afectados por la Depreciación de las Viviendas -se consideran perjudicados por el realojo- y han insistido al Ayuntamiento y a los Cuerpos de Seguridad del Estado para que refuercen la vigilancia en la zona mientras se realoja las familias en otros bloques.

La solución definitiva no está tan cerca ya que estas problemáticas personas son las titulares de las viviendas. Eso sí, por ahora ya no viven con miedo.

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