Cuarenta años de la muerte de la fotógrafa de la sensualidad y la nitidez Imogen Cunningham

  • Activa hasta los 90 años, Imogen Cunningham (1883-1976) nunca admitió artificios en el trabajo fotográfico: 'No necesito convertir a los retratados en dioses'.
  • Una selección de trabajos sobre dos de sus temas favoritos, la botánica y los humanos, recuerda en Madrid a una de las fundadoras del influyente Grupo f/64.
  • Opuesta al esteticismo pictorialista, su mirada labró, junto con la de su amigo Ansel Adams, el estilo de cuidadoso realismo de la Costa Oeste de los EE UU.
Una de las sensuales fotos de flores de Imogen Cunningham
Una de las sensuales fotos de flores de Imogen Cunningham
© Imogen Cunningham - Cortesía La Fábrica
Una de las sensuales fotos de flores de Imogen Cunningham

"No necesito convertir a las personas que retrato en dioses", afirmaba Imogen Cunningham (1883-1967), a quien algunas historias de la fotografía consideran la inventora de los robados, imágenes espontáneas tomadas sin que el sujeto se percate de que está siendo objeto de una apropiación. Durante sus años como reportera en Hollywood durante la época dorada de las grandes estrellas, depuró el estilo en retratos de rodaje que mostraban a dioses intocables como Cary Grant como seres humanos falibles y cercanos.

Los cuarenta años de la muerte de la reportera, una de las fotógrafas más queridas de los EE UU, sirven como soporte para la exposición en Madrid de Flores / Retratos, una selección de dos de los temas favoritos de Cunningham. La muestra, organizada por La Fábrica, puede visitarse hasta el 19 de febrero en el espacio de exposiciones de la calle Alameda 9 de Madrid [entrada libre].

Más de siete décadas de carrera

Aunque comenzó a hacer retratos influida por los postulados del pictorialismo —las fotos como deudoras de la pintura y sus climas poéticos o expresivos—, Cunningham rompió pronto los lazos con la escuela y durante una carrera de más de siete décadas —hizo fotos hasta los 90 años—, cultivó con tajante constancia la ausencia de artificios. Sobre cualquier otra consideración, deseaba hacer fotos donde primase la nitidez.

Blanco y negro, luz natural, encuadres estudiados con mimo y una mirada especialmente dotada para captar la sensualidad sellaron una carrera prolífica y legaron a la humanidad miles de imágenes que ella misma organizó y catalogó a partir de 1975. Gran parte de la producción de esta incansable, drástica y socarrona mujer —cuando le preguntaron a quién deseaba retratar en Hollywood respondió sin dudarlo: "a hombres feos"— está disponible en la web de la fundación que tramita su legado.

'Belleza pura'

Cofundadora en 1932 del Grupo f/64 junto con sus amigos y compañeros Ansel Adams y Edward Weston, que deseaban, como sostenía el último, representar la "belleza pura (...) sin interferencia del efecto artístico", Cunningham fue una de las responsables de cimentar la escuela del cuidadoso realismo de la Costa Oeste de los EE UU, con interés por el sensualismo frente a las corrientes más urbanas del otro extremo del país.

La fotógrafa no sólo descubría la voluptuosidad en el cuerpo humano —ha pasado a la historia como la primera mujer en firmar retratos de hombres desnudos—, sino en las formas botánicas. Hizo fotos de plantas y flores desde los años veinte hasta que se retiró y los jardines, dicen los organizadores de la exposición madrileña, "fueron la prolongación de su imaginario".

Frida Kahlo

Otro de los puntales de la obra fotográfica de Cunningham fue el retrato. Además de amigos y familiares, tuvo ante su objetivo a la artista Frida Kahlo y a gran cantidad de fotógrafos, entre ellos Adams, August Sander, Dorothea Lange, Weston y Judy Dater. Esta última es la autora de uno los retratos más tiernos hechos a Cunningham, tomado cuando tenía 91 años en un encuentro de la anciana fotógrafa con una modelo desnuda en el parque de Yosemite.

De estilo ambiental y relajado, las fotos de esta maestra comunican "la fascinación que sentía por aquello que hace única a cada persona", los detalles que diferencian a los seres humanos, concluyen desde la exposición.

Vivió mucho y nunca pudo dejar de lado la pasión por las imágenes y, sobre todo, por los retratos, que consideraba contaminados si mediaba un encargo comercial —"si hay dinero, no es un retrato"—. Firmaba todas sus fotos con un sello compuesto por tres sílabas chinas I-MO-GEN. Traducidas significan ideas-sin-fin.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento