Tres días de fiestas porno abren en Bilbao la espita del sexo

El primer salón erótico vasco Euskalsex atrae a 9.000 asistentes. La Casilla tomó luz roja con desnudos, coitos, juguetes...
La ‘stripper’ Barbara Vamp intensificó su desnudo valiéndose de una barra vertical, jugando con fuego y cera incandescente y desafiando al público con poses provocativas. (U. E.)
La ‘stripper’ Barbara Vamp intensificó su desnudo valiéndose de una barra vertical, jugando con fuego y cera incandescente y desafiando al público con poses provocativas. (U. E.)
La ‘stripper’ Barbara Vamp intensificó su desnudo valiéndose de una barra vertical, jugando con fuego y cera incandescente y desafiando al público con poses provocativas. (U. E.)
El porno es duro. No es un epíteto. En el minuto cinco del espectáculo de Barbara Vamp, sus pechos relucían con el flash de las fotos. Estaba sudando. Subía y bajaba por una exigente barra vertical. Después se despojó de su ropa, cogió una vela, y dejó caer cera incandescente sobre su lengua estirada. Cerró los ojos bruscamente. Se estaba quemando.Cuando Luna ya se había quitado la falda en el ecuador de su show, tuvo que emplearse a fondo con unas manos obscenas. Tenían la piel velluda y las venas grises y dilatadas. Eran de un jubilado tratando de exprimir el momento. El lenguaje corporal de Luna denotaba incordio.

Y abajo: «No puedo creer que se acabe ahora la puñetera batería», decía apurado un veinteañero de público con cámara digital. Justo cuando Luna le decía «ven, ven» con el dedo. El porno es duro.

Muy duro, en una Euskadi, donde, cuentan, el sexo no funciona. Pero el porno, sí. Con un espectáculo de txalaparta, fusionado con house y erotizado con un número lésbico, concluyeron ayer tres días del primer salón erótico del País Vasco. Unas 9.000 personas han pasado por una Casilla iluminada con luz roja y lubricada con 150 shows porno en vivo, clases de striptease y concursos escatológicos. Sí. El sábado se disputó el torneo Garganta profunda: a ver quién se metía la salchicha más larga en la boca.

Primero, llegó Cicciolina, y tuvo que decir que quería la paz en Euskadi. «Y también amor». Claro que dicho con labios dilatados y pechos neumáticos, a ningún presente se le escapó que se refería más bien al coito. «Los chicos vascos son muy majos y muy sonrientes». No sale de su papel ni un instante. Entre el público, chicas y parejas, sí. Pero sobre todo, hombres. Dicen que ellos se excitan con la vista, y ellas con el oído. En Euskalsex, estampas lascivas, a gogó. Pero comentarios astutos, de estos que cautivan, nada de nada. «Uh, uh, uh», brega el público.

«Me encanta exhibirme»

Barra, piel morena, cera incandescente, heavy alemán y rasurado al límite. Es el espectáculo de Barbara Vamp. «Me encanta exhibirme. Sentirme mirada y jugar con la conciencia de la gente. No hago lo de otras chicas, mover el culo y menear la lengua. Uso la paranoia, el dolor, la fuerza...». Habla en serio; como un cirujano de sus intersecciones. Sólo que el porno no se aprende en el pupitre. «Los números los invento fumando un porro».

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