Esta falta de efectivos ha provocado, en ocasiones, que las emergencias no se pudiesen atender. «Hace años tuvimos tres siniestros a la vez y uno quedó sin cubrir. Te da pena porque suele ser gente humilde a la que, por falta de personal, no puedes ayudar», explica Vicente Fernández. Con 63 años y casi cuatro décadas como bombero en Vigo –es el más veterano– aún no piensa en jubilarse. «Ojalá me faltaran otros 20 años», dice.
En el caso de la Policía Local, actualmente se está realizando un estudio para evaluar el deterioro psicofísico asociado a la edad. «El objetivo es rejuvenecer y mejorar el servicio al ciudadano», señalan desde el Sindicato Independiente del Concello. Los dolores musculares o la necesidad de tomar medicamentos son algunas de las cuestiones que dificultan su trabajo, según el sindicato.
Un bombero joven. Roberto Moledo. 27 años.
«Nos ayudamos unos a otros»
Lleva desde los 22 años como bombero en Vigo y es uno de los más jóvenes. Su padre es bombero jubilado y sus dos hermanos tienen la misma profesión. Por eso, reconoce que este servicio «no tiene cosas malas». La madurez de los efectivos vigueses tiene, para él, también sus ventajas. «En los turnos estamos mezclados jóvenes y mayores. Ellos son los que dirigen y nosotros intervenimos más. Es un trabajo en equipo y nos ayudamos unos a otros».
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