El intenso calor que comienza a azotar Valencia hace que cualquier fuente o estanque sea aprovechado para refrescarse.
El de la plaza de la Almoina no es una excepción. Allí hay una lámina de agua de un palmo de profundidad que cubre la cristalera del museo con el objetivo de que desde arriba puedan verse parte de las ruinas.
Sin embargo, ahora lo único que se ve son las algas verdes que cubren el cristal y «unas huellas de pisadas de gente que lo habrá usado para refrescarse los pies», según ha denunciado el concejal del PSPV Juan Soto.
El edil ha criticado la falta de espacios con sombra en la plaza recientemente rehabilitada, el que se haya abierto el museo sólo los fines de semana sin estar terminado y el «abandono» del entorno de la Lonja.
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