Berlín recrea y censa las obras de arte destruidas por los aliados en el final de la II Guerra Mundial

  • Una de las pinacotecas públicas de la ciudad presenta 'El museo perdido', un repaso a los efectos sobre el arte de los bombardeos y la toma de la capital en 1945.
  • Unas mil obras se perdieron por el ataque sostenido y masivo de la aviación aliada y la artillería soviética y por incendios posteriores.
  • La exposición, montada sobre el presupuesto de que las mayores 'rapiñas' de arte las cometió Alemania, presenta réplicas y fotos de las piezas perdidas.
  • Lanzan un 'micro-site' con las 50 obras más importantes.
En el lugar que ocupaban las obras perdidas se han colocado copias fotográficas a tamaño real y en blanco y negro. En esta sala estaban óleos de Zurbarán, Ribera y Caravaggio
En el lugar que ocupaban las obras perdidas se han colocado copias fotográficas a tamaño real y en blanco y negro. En esta sala estaban óleos de Zurbarán, Ribera y Caravaggio
© Staatliche Museen zu Berlin, Skulpturensammlung und Museum für Byzantinische Kunst / Antje Voigt
En el lugar que ocupaban las obras perdidas se han colocado copias fotográficas a tamaño real y en blanco y negro. En esta sala estaban óleos de Zurbarán, Ribera y Caravaggio

El escritor alemán W.G. Sebald dedicó un ensayo de incisiva lucidez al "asombroso alcance de la devastación" que sufrió Alemania, su territorio y habitantes durante las ofensivas finales de los aliados en la II Guerra Mundial. El prematuramente fallecido autor —murió a los 57 años, en 2001, en un accidente de tráfico—, una de las voces más humanas de la literatura de las últimas décadas, se pregunta también en la obra, titulada con elocuencia Sobre la historia natural de la destrucción, las razones del "ominoso silencio" de su país y sus compatriotas en torno al castigo bélico y desea saber porque ocupa tan "escaso espacio en la memoria cultural de Alemania".

En el año en que se cumplen siete décadas del final de la guerra —la Alemania nazi se rindió incondicionalmente en mayo de 1945, pocos días después del triunfo del Ejército Rojo en la batalla de Berlín—, el Bode-Museum, uno de los centros que forma parte del consorcio de pinacotecas públicas de la capital, asoma la cabeza y, con timidez pero siguiendo los consejos de Sebald, se atreve a hablar del arte alemán destruido a consecuencia del conflicto en una exposición de muy germánico, por longitud y precisión, título: Das verschwundene Museum Die Berliner Skulpturen- und Gemäldesammlungen 70 Jahre nach Kriegsende (El museo perdido: las colecciones de escultura y pintura de Berlín setenta años después de la II Guerra Mundial).

Primero, las disculpas

Aunque la intención es de inequívoca claridad —censar y recordar las obras de arte que las colecciones públicas de la capital perdieron a resultas del conflicto—, los gestores del Bunde se apresuran a colocar un par de compresas higiénicas sobre las posibles heridas que puedan reabrirse cuando los paisanos del siglo XXI de los nazis del XX abandonan la senda del "ominoso silencio" al que se refería Sebald. Primero, anotan, como si hiciese falta, que la guerra fue "instigada por Alemania". Segundo, añaden otro mea culpa innecesario pero revelador: "Las unidades [militares] alemanes rapiñaron sistemáticamente los territorios ocupados y perpetraron el mayor robo de arte de la historia de Europa".

Una vez redactado el protocolo de perdones —que ocupa las primeras líneas del stament de la exposición—, el Bunde explica de qué va la cosa: demostrar que para los museos de Berlín el final de la guerra "está indisolublemente unida a la pérdida de considerables partes de sus colecciones". En los días finales de la guerra, precisan, en la torre de defensa antiaérea del barrio de Friedrichshain, la llamada Flakturm II, una gigantesca mole con capacidad para refugiar a 20.000 personas y paredes de 3,5 metros de ancho, dos incendios destruyeron 400 obras de arte que habían sido almacenadas por los nazis en el lugar "para su custodia".

'Robos cometidos por particulares'

A lo largo de 1945, los aliados occidentales y la URSS  "tomaron el control de gran parte de las colecciones [artísticas] de Berlín" y la mayor parte de las piezas no fueron devueltas a la ciudad, que permaneció dividida en cuatro sectores bajo administración de las cuatro grandes naciones triunfadoras —los EE UU, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética—, hasta la década siguiente. Hubo "robos cometidos por particulares" durante la "confusión de la posguerra", aunque son difíciles de cuantificar con precisión, añaden los organizadores de la muestra.

Se registraron también pérdidas artísticas inmediatas relacionadas con la guerra y la posguerra en las colecciones del Bode, que entonces se llamaba Friedrich-Museum; en la Gemäldegalerie, también pública, que perdió unas 400 pinturas, y en la Skulpturensammlung, donde aproximadamente un tercio de las esculturas quedaron destrozadas y otras fueron gravemente dañadas. No existe un censo oficial de obras destruidas o perdidas, pero algunos cálculos conservadores hablan de un millar entre las alcanzadas por los bombardeos masivos y ataques de artillería o por el pillaje posterior a la caída de la ciudad.

La exposición El museo perdido, que está programada hasta el 27 de septiembre, quiere arrojar luz sobre las circunstancias de los incendios de la torre antiaérea y el posterior destino de las obras de arte que estaban almacenadas dentro de su estructura de hormigón reforzado.

Moldes de yeso y reproducciones fotográficas a escala real colocadas en el lugar que ocupaban las obras destruidas, dan un especial dramatismo a las salas —las fotos de época de los cuadros son en blanco y negro y parecen especialmente tenebrosas, como restos de un incendio— y tienen como objetivo "aumentar la conciencia pública sobre las obras maestras de la pintura y la escultura perdidas por las colecciones de Berlín".

Van Dyck, Rubens, Zurbarán, Caravaggio...

El Bode ha preparado un micro-site en línea donde se pueden ver las 51 joyas artísticas perdidas. La web, bilingüe en alemán e inglés, es multimedia: muestra reproducciones o fotos de los originales, añade textos explicativos, audios con testimonios de restauradores e historiadores y vídeos. Entre las obras maestras de cuyo paradero no se conocen detalles o se sabe con certeza que se quemaron en los incendios hay óleos de, entre otros, Van Dyck, Rubens, Reni, Zurbarán, Ribera y Caravaggio.

En Sobre la historia natural de la destrucción Sebald apunta que durante la II Guerra Mundial, 131 ciudades y pueblos alemanes fueron tomados como objetivo de las bombas de los aliados y buen número de ellos resultaron arrasados casi por completo. Murieron seiscientos mil civiles alemanes: una cifra que duplica el número de las baja de guerra sufridas por los estadounidenses, y 7,5 millones de alemanes más quedaron sin hogar.

Solo la Royal Air Force británica arrojó un millón de toneladas de bombas sobre el territorio enemigo según una estrategia de guerra de "bombardeo ilimitado" sobre ciudades. A cada habitante de Colonia, añade Sebald en su análisis de fuentes históricas oficiales, le correspondieron 31,4 metros cúbicos de escombros, y a cada uno de Dresde 42,8.

En un solo día de la Operación Gomorrasobre Hamburgo, el 28 de julio de 1943, los aviones descargaron diez toneladas de bombas explosivas e incendiarias sobre la zona residencial densamente poblada. La violencia del ataque y la absorción de oxígeno fueron de tal intensidad que provocaron una tormenta de fuego que avanzaba a 150 kilómetros por hora. Hubo 34.000 muertos y 125.000 heridos.

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