La muerte de 150 personas que viajaban en el Airbus A320 de Germanwings siniestrado en los Alpes franceses es, por ahora, un "suceso inexplicable". La investigación es complicada, no solo por el lugar del incidente—una montaña de difícil acceso—sino también por la carencia de información sobre un avión que, a priori, estaba "impecable".

Un día después de la tragedia, investigadores, políticos y expertos tratan de arrojar luz al accidente. Sin embargo, las dudas no se aclaran ante la escasa información que se tiene o, al menos, que se ofrece. De la primera caja negra se ha extraído un archivo de audio válido que ya se está escuchando, pero "traducir" esas conversaciones en un contenido coherente puede tardar "semanas, e incluso meses", ha explicado Rémi Jouty, director de la Agencia de Seguridad Aérea Francesa (BEA). Semanas, o meses, que el primer ministro Manuel Valls ha convertido en "horas" a última hora de este miércoles.

Los investigadores descartaron que el avión explotara en el aire, pues habría provocado la presencia de piezas muchos más grandes, indicando que "todo apunta" a que voló hasta el final. También la parada de motor. Lo único claro para la seguridad francesa es que las condiciones meteorológicas no eran malas, y que los pilotos tenían experiencia.

En esa misma línea se explicó Carsten Spohor, presidente del Comité Ejecutivo y CEO de Grupo Lufthansa, quien reiteró su estado de shock tras visitar el lugar: "Fue un momento terrible". La compañía aérea sigue "sin entender" las causas. "Es algo incomprensible para nosotros. El avión estaba en condiciones perfectas, un aparato impecable, y los pilotos tenían una gran experiencia", al tiempo que descartó que el retraso del avión, que salió media hora más tarde, tuviera algo que ver con el incidente. "El aeropuerto estaba congestionado, no tiene ninguna relación".

Mientras se investigan las causas, centenares de efectivos siguen trabajando en la difícil recuperación de los cadáveres, algo que ha comenzado a darse pero, por el momento, sin trasladarlos del lugar del accidente. En una rueda de prensa de los mandatarios de los tres principales países implicados, Hollande, Merkel y Rajoy, han insistido en que tratarán de identificar y repatriar los cuerpos pese a ser un trabajo "extremadamente largo y difícil". El número de españoles entre estas víctimas ascendió a 51, después de que el Gobierno anunciara la presencia de al menos 49 viajeros en el avión y lo elevara en dos más a lo largo de la tarde.

Sobre el terreno trabajan nueve helicópteros, sin tregua, para llevar hasta la zona a gendarmes, militares, investigadores y forenses, en un "puente aéreo" que solo se detiene al caer la noche. El aire es la única forma viable de llegar a una zona escarpada, donde los restos, pulverizados, se extienden en un área de cuatro hectáreas. La orografía juega en contra de los efectivos que tratan de establecer una vía terrestre. Buscan con ímpetu la segunda caja negra, de la que solo se ha encontrado la carcasa. Esta caja graba los datos del vuelo, mientras la encontrada recoge conversaciones de la cabina.

El baile de cifras ha sido constante durante toda la jornada. Mientras el Gobierno afirmaba en un principio que había 49 españoles, Germanwings situaba la cifra en 35, mientras fuentes de la investigación confirmaban la presencia de 51 españoles en el aparato. Cifra que finalmente anunció el Ejecutivo. En cualquier caso, podrá variar en las próximas horas. A ellos se suman 55 alemanes y más de 15 nacionalidades, con pasajeros procedentes de Reino Unido, Holanda, Colombia, México, Japón, Irán, Israel, Dinamarca, Bélgica o Estados Unidos.

Lufthansa ya ha puesto en marcha el dispositivo para llevar a los familiares de las víctimas hasta el lugar, haciéndolo a primera hora del jueves en avión o a última hora de este miércoles por carretera si no se desea volar.