¿En qué se parecen un retrato del siglo XVI y otro del XXI?

  • Una exposición en Bruselas confronta los primeros retratos pintados en el Renacimiento tardío con los retratos fotógraficos de 1990 hasta ahora.
  • 'Caras de entonces / Caras de ahora' concluye que la captura del estilo, la identidad y la clase siguen primando en el arte europeo de la representación del otro.
  • Cuadros de Metsys, Van Cleve, Bening, Beuckelaer y Benson comparten espacio con fotografías de Dijkstra, Teller, García-Alix, Delahaye, Mikhailov, Ruff...
Dos retratos separados por casi 500 años. Izquierda, autorretrato de Joos van Cleve; derecha, foto de Jitka Hanzlová
Dos retratos separados por casi 500 años. Izquierda, autorretrato de Joos van Cleve; derecha, foto de Jitka Hanzlová
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid y Courtesy the artist
Dos retratos separados por casi 500 años. Izquierda, autorretrato de Joos van Cleve; derecha, foto de Jitka Hanzlová

Las dos obras de arte que encabezan esta pieza están separadas por casi cinco siglos, pero, más allá del formato y la técnica —un óleo sobre tabla y la copia de una foto impresa sobre papel de algodón—, entre ambas hay más similitudes que diferencias. El cuadro, un autorretrato pintado en torno a 1519 por el flamenco Joos van Cleve, es una síntesis de idealismo psicológico y realismo que presenta al pintor como una persona culta y bien situada—los ropajes serios y obscuros de clase alta— que está a punto de contraer matrimonio —el clavel que sostiene en la mano es un símbolo de desposorios usado desde la época clásica—.

La foto, de la checha Jitka Hanzlová, pertenece a la serie There is something I do not know (Hay algo que yo no sé) y participa de las mismas intenciones que el óleo: la chica, ligeramente inclinada, muestra un perfil psicológico determinado, esta vez marcado por la inseguridad, como quizá delaten los puños cerrados, y deja entrever los cambios que están a punto de suceder, por simple cuestión de edad, en su vida.

Dos exposiciónes, un díptico

Dos inteligentes y curiosas exposiciones concebidas como un solo díptico, Faces Then (Caras de entonces) y Faces Now (Caras de ahora), confronta dos tipos de retratos: los pintados en el siglo XVI en los Países Bajos, donde estaban radicadas varias afamadas escuela europea de artistas especializados, con los capturados con cámaras fotográficas desde 1990 hasta hoy.

Las muestras, en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR) hasta el 17 de mayo, concluyen que es posible trazar una línea de 500 años en la práctica del retrato en Europa, donde la captura del estilo personal, la marca de cada uno, la identidad y la clase siguen primando como objetivos cuando los artistas desean representar al otro y retratarlo. En suma, dicen, aún en estos tiempos en que todos parecen afanosos por mostrarse públicamente, el retrato artístico europeo ha creado una escuela consolidada.

A la sombra de la burguesía

La primera parte de la exposición reúne cuadros del siglo XVI, el Cinquecento del Renacimiento, considerado como la edad de oro del retrato, sobre todo en los Países Bajos, donde florecieron exquisitos especialistas a la sombra de la burguesía, que se había consolidado como clase emergente desde finales del milenio anterior y abundaban los poderosos que deseaban ser inmortalizados, un privilegio hasta entonces reservado a ministros de la iglesia y a los nobles.

De las escuelas de retratistas de Ámsterdam, Brujas, Gante, Bruselas y Utrecht salieron artistas de "sublime excelencia estética" para radiografiar la personalidad de los retratados. En la exposición hay obras de, entre otros, Simon Bening, Ambrosius Benson, Joachim Beuckelaer y Catharina van Hemessen, que inmortalizaron a sus contemporáneos con gran profundidad y un sentido del detalle que "parece fotorrealista".

Imperfecciones, porque los humanos no son divinos

Las piezas más notables de la muestra responden a esta condición. En Portrait of an Old Woman, de Frans Floris de Vriendt, y las dos obras del gran Antonius Mor —Portrait of Jan Van Scorel y Self Portrait— hay una doble cualidad notable: el deseo de mantener el realismo hasta el punto en que fuera posible —añadiendo leves imperfecciones con el propósito de mostrar que el ser humano es una obra divina y, por respeto, no debe aspirar a la perfección que solamente merece la divinidad—, pero también el ansia de escapar de la idealización de los renacentistas italianos porque los pintores empezaban a ser conscientes de que todo retrato es una interpretación, la construcción de una identidad que deben llevar a cabo, en complicidad, el artista y el modelo.

El establecimiento del "lenguaje universal del retrato" acometido por los maestros flamencos añadiendo el humanismo y las emociones al frío estilo en boga hasta el siglo XVI, permite al museo belga presentar la segunda parte de la antología, Faces Now - Portraits photographiques européens depuis 1990 (Caras de ahora - Retratos fotográficos europeos desde 1990), en la que 32 autores demuestran que, pese a la "innovación", existen "vínculos entre la tradición renacentista y las poderosas y diversas obras" de autores como, entre otros Anton Corbijn, Rineke Dijkstra, Boris Mikhailov, Thomas Ruff, Juergen Teller, Stephan Vanfleteren, Alberto García-Alix y Luc Delahaye.

'Muy conscientes de las viejas y ricas tradiciones pictóricas'

Los fotógrafos que han elegido el retrato como subestilo son "muy conscientes" de las "viejas y ricas tradiciones pictóricas", señalan los organizadores. Aunque el enfoque ha cambiado en cuanto a los sujetos —se pone énfasis en las personas de a pie y no en los ricos y famosos (aunque estos vuelven a entrar con fuerza en la ecuación en los últimos años)—, también los artistas de la cámara quieren sintetizar la identidad de sus modelos y, como los pintores del XVI, son conscientes de la "frontera entre lo público y lo privado" y de que "no existen poses inocentes".

Partiendo de que "todo el mundo quiere ser recordado" y de que nunca como en el presente habíamos sido "constantemente bombardeados por imágenes", desde el museo aconsejan "no olvidar que durante siglos, con realidades tecnológicas muy limitadas con respecto a las presentes", el retrato ha sido la "forma más común de la autoconmemoración y la autopromoción". Pese a la "gran variedad de perspectivas" del género, no hay nada nuevo en los retratos de hoy con respecto a los de hace quinientos años.

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