La fotógrafa Lindsay Morris dedica el libro You Are You (Tú eres tú)  "a los niños rosados y las niñas azules, del pasado y del presente". Las metáforas quieren agrupar a los críos con género variante, aquellos que no tienen claro todavía si desean ser niño o niña. El asunto, llevado al extremo, en ocasiones ridículo, con que los estadounidenses se toman los asuntos de la niñez, la identidad sexual y la paternidad, es objeto de estudio en departamentos clínicos, tema adoptado como bandera por el poderoso lobby de las organizaciones LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales: algunos le añaden una letra Q por questioning, en inglés lo dudo, me lo estoy pensando) y quebradero de cabeza para papás y mamás tendentes a la neurosis.

Los niños de género variante, dice el psiquiatra más mencionado en los EE UU sobre el tema, el argentino Edgardo Menvielle, son un "desafío" para los investigadores. "Algunos chicos (...) vacilan entre los dos géneros hasta la pubertad. La mayoría cambian con el desarrollo. En otros, la tendencia se estabiliza y se convierten en transexuales", afirma en una entrevista en Perfil.com en la que vende la necesidad de que tanto padres como crío (nada menos que desde los 3 a los 5 años) comiencen a tomar medidas de consulta y terapia para vigilar a los niños que prefieren jugar con muñecas o las niñas a quienes encanta simular guerras y batallas.

El fotoensayo de Morris nace de un producto del negocio: los campamentos de verano para seres humanos muy pequeños pero a los que ya definen como de "género variante". La fotógrafa estuvo siete años asistiendo a estas reuniones estivales para padres e hijos, obtuvo de una campaña de micromecenazgo más de 41.000 dólares para financiar el proyecto y ahora lo edita en libro. You Are You, publicado por Kehrer Verlag [122 páginas, 39,9 euros], tiene como objetivo documentar lo que sucede en los campamentos, que Morris presenta como sucesos clave de la humanidad: "estuve presente en este importante momento de la historia, cuando los primeros niños de género creativo se expresaron claramente".

Se habrán fijado ustedes en que del "género variante" hemos pasado a hablar del "género creativo". ¿Cómo? En un fin de semana en una lujosa ubicación rural con todas las comodidades donde se ejerce la supuestamente novedosa opción de dar a los niños la posibilidad de vestirse con ropas de raso de chicas y maquillarse y a las niñas la supuestamente masculina opción de escalar un rocódromo.

El campamento es "un refugio temporal seguro, donde los niños pueden expresar libremente sus interpretaciones de género junto sus padres y hermanos sin cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de buscarlas", añade la fotógrafa, que ahora desea "ir más allá de los confines del campamento" y "contribuir al diálogo sobre el papel crucial del apoyo a la niños de género variante" para evitar, como sucede con frecuencia, que la presión en los entornos familiares, escolares o sociales "conduzcan a la discriminación".

¿Y las fotos? Correctas en su ejecución, coloridas como las de toda reunión infantil y divertidas, poco más se puede decir de ellas pese a las buenas intenciones de la autora. Acaso lo mejor del libro sea un pequeño ensayo del psicólogo Norman Spack, para quien lo que vemos "son sólo fotografías de niños" y entran en una normalidad muy añeja. "Los niños pueden tener un aspecto diferente a la mayoría de los demás y podrían llegar a preguntarse qué son (...) Pero el verdadero valor de estas fotografías es la innegable demostración de que los niños retratados aquí son como cualquier otro niño en el mundo: juguetones, hermosos, contemplativos, fuertes...".