El presidente de la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI), Antonio Campinos, ha reclamado este viernes al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, más inversiones en los accesos a la sede de esta agencia de la Unión Europea (UE) porque Alicante cuenta con una "fachada sur por debajo de lo que se merece".

Campinos ha realizado estas declaraciones en presencia del jefe del Consell, del alcalde en funciones de la ciudad, Andrés Llorens, y de la presidenta de la Diputación Provincial, Luisa Pastor, entre otros responsables institucionales, durante el discurso ha ofrecido con ocasión de un cóctel de bienvenida del año nuevo convocado por la OAMI.

El presidente de la euroagencia con base en Alicante ha insistido en la necesidad de mejorar las comunicaciones con su sede e invertir en infraestructuras y medios de transportes modernos, eficientes y medioambientalmente sostenibles. Campinos ha exhibido ante los varios centenares de personas que le escuchaban un vídeo que había grabado él mismo este mismo viernes de su periplo para llegar a su puesto de trabajo en bicicleta con "dos colegas suicidas", según sus propias palabras.

En las imágenes, captadas por una videocámara instalada en su casco, se aprecia los obstáculos con que los ciclistas se enfrentan para alcanzar la OAMI desde el centro de la ciudad de Alicante o desde su zona de playas. "Es un acto de alta peligrosidad", ha señalado, al tiempo que ha emplazado a Fabra a "cumplir con su palabra" y dotar la zona de una infraestructura "que no es una moda".

En su turno de palabra, el presidente de la Generalitat no ha hecho alusión a estas peticiones, aunque ha bromeado con el "mejorable estilo ciclista" del presidente de la OAMI. Por el contrario, Fabra sí ha destacado la seguridad que ofrece la euroagencia para las empresas que apuestan por la marca y el diseño, que ha convertido Alicante "en la capital europea de la propiedad intelectual".

Igualmente, ha subrayado su importancia en la generación de puestos de trabajo tanto directos como indirectos, que ha cifrado en unos 2.700, su influencia en el PIB de la Comunidad Valenciana, y ha expresado su deseo de que 2015 sea "un año de mayor compromiso por parte de todos" en el objetivo común de "crear riqueza, empleo y oportunidades".

El jefe del Consell ha incidido también en el carácter innovador y emprendedor de las empresas valencianas, que coparon, según ha dicho, un 14% de las solicitudes de marcas y diseños comunitarios registrados en la oficina europea el pasado año, y que son "clave en la recuperación económica" de la Comunitat Valenciana.

DATOS

Previamente, Campinos había destacado que las solicitudes de marca comunitaria registradas el pasado año por la oficina europea crecieron un 3 por ciento con respecto a 2013, con más de 117.450, al igual que las de diseño, con 86.614 (un 2 por ciento de aumento), lo que en su opinión demuestra una "evidente apuesta" cada vez mayor del tejido empresarial por la innovación. De hecho, países emergentes como China han incrementado sus solicitudes de registros de marcas comunitarias en un 128,5 por ciento durante el pasado año.

Prueba de esa apuesta empresarial por la marca y el diseño como diferencias competitivas es la firma de calzado Pikolinos, que tiene el récord de solicitud de registros desde el año 2003 con un total de 794 y cuyo presidente, Juan Manuel Perán, ha intervenido también ante el público congregado en el Auditorio Europa de la OAMI.

Campinos, por su parte, ha reiterado la necesidad de las inversiones públicas en las comunicaciones y accesos de la institución que preside, así como en los medios de transportes públicos, modernos, eficientes y sostenibles con el medio ambiente, iniciativas en las que la euroagencia, ha dicho, está dispuesta a "aportar su granito de arena".

En esa línea inversionista, ha destacado la compra reciente, por primera vez, por parte de la OAMI de un terreno ajeno al recinto que le fue cedido hace veinte años, una parcela de 13.000 metros cuadrados para mejorar el entorno de la sede.

Asimismo, ha revelado las "exigencias desorbitadas" que se ha encontrado en una entidad financiera a la hora de negociar la adquisición de un edificio cuya estructura lleva inacabada tres años, una clase de decisiones que, en su opinión, aleja a los responsables públicos de la "economía de las personas".