«Somos los únicos que nos dedicamos a esto en Zaragoza y tampoco hay mucho negocio en el resto del país», explica Loli, una de las dependientas. Se trata de un «oficio perdido», como dice la empleada, pero las modas ayudan a que no se extinga. «Esta temporada se llevan los plisados y volantes, por lo que tenemos trabajo», señala.

A Beltrán, el cliente lleva la tela y elige el tipo de plisado que quiere. También hacen bordados , añaden puntillas, rulos para volantes y otros muchos apliques. «Las abuelas suelen traer faldones de sus nietos para ponerles jaretas (dobladillos para introducir una cinta y fruncir la tela)», dice Loli.

La tienda cuenta con un pequeño taller donde se trabaja de forma «pseudoartesanal», explica Vicente Beltrán, cuya familia regenta el establecimiento desde hace casi 40 años. Sirve de taller auxiliar a otras tiendas y los precios son muy asequibles: plisar una falda cuesta unos12euros.

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