La vida, como el flamenco, gira, taconea, aúlla por seguiriyas cuando se desgarra, se recompone con palos festeros y se enamora, se cruza, crece o, tal vez, se extravía. Pero, al final, "siempre regresa al origen", asegura el bailaor Eduardo Guerrero. Con 30 años, seduce a nuevos y antiguos con un arte "que bebe de la tradición, que ha asimilado las escuelas de Antonio Gades y Antonio Ruiz Soler pero que, además, tiene un sabor propio", opina Juan Verdú, director del festival madrileño SUMA en el que el artista actuará el próximo 27 de junio.
Como él, son muchos los nuevos flamencos que han vuelto la vista atrás para buscar la esencia de ese arte ancestral que, asegura Verdú, tiene conexiones con África, con la música barroca y hasta está presente en dos composiciones de Beethoven en forma de fandango.
Tras años de ensayos y fusión, el flamenco huele de nuevo a pureza, a raíces y a suave ortodoxia. Aunque eso no le impida establecer diálogos con otros géneros y resituar límites. Porque la música, en el siglo XXI, es, ante todo, libre, comprensiva y universal. Así será en el citado SUMA, donde el flamenco se dejará cortejar por el jazz de la mano de Carmen Linares y el trío formado por Jorge Pardio, Carles Beavent y tino Di Geraldo. En la misma cita, Arcángel construirá una encrucijada entre pasado y experimentación (será el 24 de junio con las Nuevas Voces Búlgaras y, después, el 28 de agosto, en el Festival Flamenco on Fire). Y Montse Cortés buscará las coincidencias entre el cante y la música sefardí con Yasmin Levy (29 de junio). Un ejercicio, este último, de una belleza rara que no oculta la pasión de Cortés por "volver al flamenco de siempre". Aunque, en otras décadas, la catalana, como muchos compañeros, abrazó la fusión. Hoy, esa fusión "no está tan vigente", explica, aunque valora su eficacia para "abrir ventanas" a nuevos públicos.
Junto a ellos, en los carteles de festivales como el Cante de las Minas (Murcia) o el nuevo Flamenco on Fire, destacan artistas enciclopédicos como Tomatito, Estrella Morente, Sara Baras, Miguel Poveda o Niña Pastori, que en la segunda de esas citas presentará su nuevo trabajo Raíz, un guiño al arte primigenio. Un amor por lo "auténtico" que, en esta nueva era, ofrece, no obstante, temáticas y visiones distintas a las de antaño.
Así, en el baile, el hilo argumental de las obras "ha dejado de repetir el romance dramático de Bodas de Sangre" y arriesga con historias personales o tramas que pueden tocar desde "la homosexualidad al maltrato", asegura Eduardo Guerrero.
En el cante, el discurso también se ha abierto a nuevas realidades y la tristeza y el desgarro puede ser sustituido, ocasionalmente, por un discurso ecologista (lo ha hecho Eduardo Cortés, hijo de Montse Cortés) o "por mensajes reivindicativos que se acercan a los actuales movimientos sociales", añade la cantaora Rocío Márquez, otro de los nuevos valores del género, que actuará el 17 de junio en los Teatros de la Abadía (Madrid).
Flamenco con sabor indie
Miguel Morán, cofundador del popular Festival Independiente de Benicassim, ha cambiado el rock alternativo de origen anglosajón por las alegrías y las tarantas. Desde hace unos meses, es el director del nuevo festival Flamenco on Fire, que se celebrará a finales de agosto en Pamplona. "La música es música, sea del género que sea", indica este melómano, cuya cita alternará valores consolidados (Sara Baras, Estrella Morente, José Mercé) con los artistas emergentes más interesantes del momento, entre los que destaca, sin titubear, a Arcángel y a José Enrique Morente.
Como recuerdo de su etapa fiber, por el escenario navarro pasarán también Los Evangelistas, un experimento de indie rock y flamenco en el que colaboran miembros de Los Planetas, Lagartija Nick y la cantante Soleá Morente. Porque la mezcla y la ortodoxia "pueden convivir, aunque es imprescindible que un género mantenga la esencia para que no se distorsione", opina.
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