Antonio Banderas, Javier Bardem y Penélope Cruz no son los únicos españoles que triunfan en Hollywood. La meca del cine está repleta de talento hispano, de nombres menos mediáticos que los de las grandes estrellas del celuloide pero integrantes de las plantillas de algunas de las mayores productoras del mundo.
Maquilladores, expertos en efectos especiales y animadores españoles forman parte de los entresijos de gigantescas compañías como Dreamworks, Pixar o Disney. En esta última en concreto desarrollan su magia el animador Valentín Amador Díaz y el modelador 3D Luis Labrador, dos de los artistas que han participado en Frozen: El reino de hielo, último filme ganador del Oscar a mejor largometraje de animación y película de este estilo más taquillera de la historia, que ya ha salido a la venta en DVD.
"La mejor manera de contar historias ahora mismo en Hollywood está en la animación. Es donde tienes un trabajo de estructura de la historia, del guión y de construcción de los planos más elaborado", cuenta Amador.
"En unos años veremos cada vez más películas de animación nominadas a mejor película. Ya ha habido un par de casos, La Bella y la Bestia y Up, pero todavía existe una especie de condescendencia por parte de la industria de la imagen real hacia la animación cuando en realidad nosotros estamos contando historias mucho mejor construidas", asegura. "La primera Toy Story, por ejemplo, era una película buenísima, más allá de que fuera de animación o no", añade.
Amador se ha encargado de la animación de Anna y, sobre todo, de Elsa, una joven de personalidad fría e introvertida, lo que ha supuesto todo un reto para él. "Cuando eres un animador, lo que eres sobre todo es un actor y, como en todas las profesiones, tienes tus trucos, tus atajos y una manera de pensar un poco establecida. Pero cuando trabajas para Disney, que tiene un nivel de sofisticación en los personajes muy elevado, tienes que olvidarte de todo eso y aproximarte a cada escena con mucho cuidado para descubrir cómo un personaje puede expresar sus sentimientos de una forma que solamente él pueda hacer. Es la antítesis de un cliché", relata.
El animador, que ha trabajado en películas como John Carter, Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 1 y Donde viven los monstruos, hace hincapié también en la importancia del trabajo en equipo. "La animación que ves en la pantalla no es solamente algo que sale de mi cabeza. Es un proceso en el que intervienen muchas personas, por lo que acordamos una serie de formas de actuar del personaje de manera que no parezca el trabajo de un equipo de 50 personas diferentes sino un personaje con una mente propia", cuenta Amador.
En cuanto a curiosidades, cita un detalle de Olaf, el muñeco de nieve que cobra vida en la película. "Olaf nunca dobla los brazos. Es algo de lo que la gente no se suele dar cuenta. Es un muñeco de nieve con dos ramas por brazos y las ramas no se doblan. Es verdad que la nieve tampoco habla, pero es parte de la serie de reglas que te creas para construir tu mundo, y luego tienes que jugar con esas reglas para que el espectador entre en ese universo. Si empiezas a romper las reglas conforme te vaya viniendo bien, es muy difícil mantener la sensación de credibilidad", detalla Amador.
"Es algo que no se nota a simple vista porque no es algo que impida al personaje actuar y comunicar lo que siente a la audiencia, pero a la vez lo notas ahí como una cierta incomodidad que le da una manera de andar y de moverse muy característica. Solamente dobla los brazos en un momento, que es cuando canta su canción, entonces sí que le pusimos codos porque es algo que pasaba en su cabeza", concluye.
Un mundo de nieve y hielo
Para el modelador 3D Luis Labrador, que se encargó de construir los grandes entornos en los que se desarrolla la historia, los quebraderos de cabeza fueron muy diferentes. "El mayor reto ha sido la nieve. Había varios departamentos encargándonos de esto. Por ejemplo, cuando es nieve con la que tienen que interactuar los personajes, se encarga el departamento de efectos, cuando es más artística, nos encargamos nosotros", cuenta.
"El castillo hubo que hacerlo de dos formas, primero sin nieve y luego cubierto de nieve. Hay que modelarlo todo a mano y colocarlo aquí y allí. Tuvimos que hacer ese doble trabajo de modelado con varios entornos", explica Labrador, quien forma ya parte de una resurgida Disney que está empezando a hacer sombra a la aclamada Pixar, aparentemente algo más floja en los últimos años.
"¿Qué ha pasado en Pixar? Pues, en primer lugar, han tenido una serie de problemillas que les han retrasado el planning. Además, los grandes pensadores de Pixar o estaban de vacaciones o han vuelto hace poco. Brad Bird, uno de los directores número uno de allí, se ha pasado a la acción real. Durante un tiempo, el director de Buscando a Nemo se fue a hacer John Carter. Ya ha vuelto a Pixar, pero claro, ahora tiene que afrontar el desarrollo de una nueva película y esto va a llevar tiempo. Ha pillado la subida de aquí y, no la bajada, sino la espera a cosas que están por llegar de allí. Ya están volviendo otra vez a la carga, tienen un montón de películas que van a salir ahora que van a ser una pasada", sentencia el modelador.
Por su parte, Amador considera que a menudo se exagera este asunto y recuerda que el cine también se hace para ganar dinero. "No nos olvidemos de que el cine es arte y negocio. Ojalá muchos estudios compaginaran arte y negocio como lo compagina Pixar", dice el animador.
Actualmente, tanto Valentín Amador como Luis Labrador están inmersos en Big Hero 6, próxima película de animación de Disney, una aventura de superhéroes basada en el cómic homónimo de Marvel.
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