Los dos jóvenes caboverdianos acusados de asesinar a las italianas Dalia Saiani y Giorgia Busato han confesado haber cometido el crimen.

También confirmaron que el móvil del homicidio fue pasional, según el diario La Reppublica.

Una tercera persona detenida tiene una responsabilidad marginal y posiblemente será acusado de complicidad.

Los dos hombres habían planificado el asesinato e incluso cavado la fosa donde fueron arrojadas tras haber sido apedreadas.

Probablemente, Dalia Saiani, de 33 años, aún estaba viva cuando fue enterrada. Era dueña de un establecimiento balneario en la playa de Rávena (noreste italiano) y campeona italiana de windsurf. Quería mudarse a Cabo Verde.

Giorgia Busato era socia de una agencia de viajes en Verona y había comprado una casa en Sal, una de las que conforman el archipiélago de Cabo Verde, donde pasaba temporadas.

Otra italiana, de nombre Agnese, de 17 años, se encontraba junto con las víctimas. Tras apedrear a Dalia y Giorgia, los jóvenes sacaron del coche a Agnese y la golpearon con una piedra.

Los asesinos la abandonaron sobre la arena creyéndola muerta tras apedrearla.

Pero la adolescente recobró el sentido al amanecer: a pie logró llegar hasta el pueblo de Santa María, en la otra punta de la isla, y dar la alarma.

Horas después la policía encontró los cadáveres y este fin de semana los italianos conocieron las muertes violentas de las dos jóvenes, que amaban Cabo Verde, donde viajaban con frecuencia.

Una historia trágica

Sandro Santos Rosario era guía turístico y era conocido con el sobrenombre de 'Motche'.

En declaraciones a la RAI, Agnese ha dicho que está bien, pero en estado de 'shock'.

Por su parte, un emprendedor inmobiliario que hace tiempo reside en Cabo Verde, Renato Evarchi, se mostró sorprendido por lo ocurrido: "Sandro es conocido por todos como una persona muy seria, y para cometer un acto de ese tipo evidentemente debía estar completamente perturbado por el final de su relación con Dalia".

El suceso ha causado consternación en Italia, primer país inversor en el archipiélago, visitado todos los años por unos 50.000 turistas italianos.